"No cometerás adulterio". El sexto mandamiento en la brevedad y claridad en la que queda declarado hace literalmente mención únicamente y exclusivamente a la prohibición del adulterio. En aquella época se considera el adulterio como el hecho de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio. Jesús en el evangelio amplía la definición del adulterio cuando manifiesta que aquella persona que mira o piensa impuramente en su interior a la mujer de otro ya está cometiendo adulterio y no está siendo fiel. Magnífica recomendación psicológica y preventiva del Señor, ya que sin lugar a dudas antes de llegar al adulterio físico, primero se comete el adulterio y la infidelidad en la cabeza y en el corazón. Este mandamiento nace de la realidad de saber que la vida del matrimonio no es fácil, y que atraviesa muchos momentos de crisis y tentaciones que son la puerta de entrada de despistes afectivos e infidelidades a la otra persona y a uno mismo. Es verdad, la fidelidad conyugal no sólo hay que guardarla…, hay que defenderla y protegerla de muchos ataques, situaciones y personas. Es un mandamiento en donde Dios quiere regular la vida de familia y proteger su unidad inquebrantable a través de la fidelidad de los esposos.

Amor y fidelidad van de la mano, ya que no se puede traicionar a la persona que se ama. Invito desde aquí a todos los matrimonios, especialmente a los más jóvenes, a cuidar con amor, cariño y comunicación sincera los pequeños detalles de vuestro amor. Cuando una persona cae en adulterio, hay muchas ocasiones, no todas, en las que al no encontrar en casa lo que se necesita…, se ha tenido que buscar fuera. Por eso no descuidéis la ternura y el cariño del día a día…, y la comunicación. Hay que cuidar la mirada, las compañías, las amistades, los ambientes y lugares, tener la valentía de retirarse cuando se acerca al fuego. Seguro que me entendéis… Y no os engañéis, cuando hay un adulterio el camino más fácil es el de culpar a terceras personas, que si bien es cierto que deben también respetar la unión que existe, no es menos cierto que cuando ese tercero entra es porque el matrimonio está muy desangrado y alguien le ha abierto la puerta.

Cuando un matrimonio goza de buena salud y amor…, ya puede llamar un tercero a la puerta que nunca se le abrirá y por tanto nunca entrará. Los únicos responsables del éxito o fracaso de un matrimonio son los propios esposos, y nadie más. Dios se presenta muchas veces como el Esposo lleno de amor y con una fidelidad eterna e inquebrantable, aunque nosotros no le seamos fieles. Llega a decir: "La alegría que encuentra el marido con la esposa, la encontrará tu Dios contigo". Cuando te llegue un momento de crisis o una tormenta en tu matrimonio quiero que sepas también algo: el Señor está contigo, con vosotros los esposos Acudid al Señor con corazón humilde, sencillo y confiado…, y Él os ayudará e iluminará. Dios se ha casado contigo y conmigo en un matrimonio eterno de amor para siempre..., en la salud, en la enfermedad, en la pobreza, en la riqueza, en lo bueno y en lo malo, hasta que la muerte nos separe a la vida Eterna junto a El.

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