Análisis

Francisco Antonio García Romero Eugenio J. Vega Geán José L. Repetto Betes (CEHJ y Academia de San Dionisio)

¿Suprimir el día de fiesta por San Dionisio?

Luciano, el mordaz y modernísimo autor griego en su obra titulada Timón pone en boca del dios Zeus estas palabras: "¿Quién es ese que se desgañita al pie de la montaña (…)? Es un charlatán y un atrevido, sin duda un filósofo; si no, no diría contra nosotros palabras tan impías".

Pues sí. También por aquí hay mucho filósofo de ese estilo últimamente. Todo ello cum mica salis, porque solamente con nuestro salero y nuestra bonhomía del sur podemos aceptar estos vaivenes injustificadísimos en lo tocante a nuestras fiestas locales.

¡Hombre! La festividad de San Dionisio en nuestro Jerez de la Frontera es la más antigua, más antigua incluso que las dos ferias que nos concedió el monarca castellano 'Sabio'. No creemos nosotros, por muy feriantes que seamos, que don Alfonso en el siglo XIII diera la primacía a los días de feria por encima del santo por cuya intercesión, en las firmes creencias del momento, se había ganado tan importante y deseada plaza. Admitamos, pues, con la lectura de los más fidedignos historiadores antiguos y modernos de nuestra urbe, que la fiesta con más solera de todas las propias es la de San Dionisio. Y que siempre ha tenido arraigo lo demuestran los documentos y la memoria popular (a veces ensordecida por los gritos de los manifestantes). En circunstancias de singular alcance histórico también se invocaba a San Dionisio, por ejemplo antes del saco de Cádiz por las tropas del conde Essex en 1596. Nos lo cuentan, por ejemplo, las magistrales y fehacientes páginas del gran Hipólito Sancho (que bien podría reírse de esos zoilos de poca monta que a veces le salen). Ni siquiera pudo relegarlo en el patronazgo (aunque corrió peligro) la dura competencia, por muchos y variados motivos, con los 'advenedizos' Mártires de Asta o con la Virgen de Consolación y de la Merced.

En cualquier caso, lo cierto es que la conmemoración de la toma de Jerez o su "incorporación a la corona de Castilla", como ustedes prefieran, quedará concretada en la anual procesión con el pendón de la ciudad desde la Colegial hasta San Dionisio. El docto sastre, inspirado poeta y consumado historiador Bartolomé Gutiérrez escribe en su Historia que en 1594, por incuria de las fuerzas vivas, hacía años que "que no salía a pública vista el pendón", pero que desde entonces, a imitación de otras localidades y a mayor gloria del histórico hecho, la festividad del Señor San Dionisio se solemnizó con ese acto y con un ritual preciso (nos lo recuerda también el ínclito archivero don Agustín Muñoz). En ese mismo lugar Gutiérrez se duele de que ya en su época no acompañen al pendón los padres terceros franciscanos. Pero la procesión sí continuaba haciéndose.

Además, es innegable que la procesión alcanzó su apogeo en el Barroco. Para la función religiosa se traían los más acreditados oradores y conservamos impresas homilías y panegíricos ad hoc. Luego, el mencionado patronazgo de San Dionisio Areopagita sobre Jerez de la Frontera fue confirmado por la Santa Sede en 1860 y se le concedió a la ciudad oficio y misa del santo. Una vez constituida la diócesis jerezana, hubo que explicar en el Vaticano el caso extraño de que Jerez tuviera dos patronos principales: San Dionisio y la Virgen de la Merced. Se reservó, así, para la Virgen la categoría de solemnidad y San Dionisio quedó como fiesta, pero con rango de solemnidad en la parroquia de su nombre.

¿No son suficientes argumentos para mantener el día festivo? ¿Hay que sacrificar un elemento secular de nuestros lares en el altar de un sarao sin fin?

Por otra parte, no poco nos hemos referido en anteriores ocasiones a la importancia de nuestro patrón desde el punto de vista meramente cultural y ya otrora escribimos sobre la 'móvil' cabeza de nuestro santo, defendiendo sobre todo que es el Areopagita y no el de París (absorbido y engullido por aquel, que era el 'pata negra'). Pero aunque fuera Saint Denis, no creemos que eso ablandara el corazón del gobierno municipal por muy francófilos que pudieran ser.

Hoy de nuevo tenemos que repetir que San Dionisio, el culto juez del Areópago, abrió una nueva era y así debe entenderse su festividad incluso por los no creyentes. Es un santo de mentalidad abierta, integrador y tolerante: por eso, para la religión, pero también para la cultura, debe ser un modelo, el de la personificación del fructífero encuentro del cristianismo con la cultura griega (como en Basilio el Grande o Gregorio de Nacianzo o el Crisóstomo), después grecolatina, base fundamental (con algún que otro aporte) de la cultura occidental, o sea, de nuestra cultura, o sea, de nosotros y nosotras.

Dionisio es el modelo de esa 'helenización crónica', como algunos la han definido, es decir, persistente y duradera, del cristianismo. No hay duda de que los musulmanes expulsados en 1264 (o quizá 1267) y los judíos eran jerezanos, pero también eran jerezanos, o ceretanos o xericienses, los cristianos que huyeron más de un siglo antes a la llegada de los almohades. La festividad de San Dionisio el del Areópago se celebra para todos: para cristianos, para musulmanes, para judíos, para librepensadores, para ateos, para griegos y para bárbaros, para montescos y para capuletos.

Todos debemos tener esa mentalidad abierta, crítica, integradora, tolerante, en definitiva, la que demostró tener nuestro Dionisio.

Por favor, no le quiten ni la cabeza, ni la fiesta.

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