Análisis

Pablo Fernández Quintanilla

Tiempo de pañuelos

Lo reconozco, yo era de los que decía a veces que echaba de menos el frío, que el calor asfixiante no era vida y demás. No era el único, que es consuelon de quien escribe, porque uno se siente humanísimo si tropieza sobre lo que tropiezan tantos. Y no había empezado mal esto del frío y la lluvia. Qué sensación esa de encender una estufa o de perderse debajo de una manta con un libro o una película, mientras en el exterior llueve a cántaros. Pero, ay, cae el primer resfriado y uno se vuelve a imaginar en Conil tomándose un refrigerante. Ahora que faltan seis meses para los 35 ó 40 grados, se echan de menos los helados y hasta los sofocones de calor a las cuatro de la tarde. Llegan los meses de 'paracetamol', 'ibuprofeno' y paquetito de pañuelos en el bolsillo. Al menos, cuando hace calor, uno se pone debajo de un ventilador y apenas sufre las consecuencias. El resfriado se nota en su esplendor debajo de la manta por más que trates de ponerle remedio. El único antídoto para tomarse bien las estaciones es la actitud. Pero yo hoy estoy, como habrán intuido, resfriado. Achús.

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