Soy lector asiduo de la literatura de viajes. Leyendo libros hacemos viajes imaginarios -virtuales, diríamos ahora-, y nos sirven para documentar nuestros propios viajes. José González y Montoya escribió un libro titulado "Paseo estadístico por las costas de Andalucía, desde Sevilla a Granada", viaje que realizó en el verano de 1820, epígono de la tradición ilustrada. El autor realiza interesantes observaciones de botánica, agricultura, geografía, infraestructuras, ciencias, artes, población… mostrando su preocupación por el progreso, la modernización y la protección del medio natural. Su interés es sobre todo economicista, alejado todavía de la visión romántica de los viajeros que le sucedieron, que se recrearán en los paisajes y las costumbres.

Desde Sevilla a Sanlúcar se traslada en el único barco de vapor de la Península, que celebra como "una felicísima invención". Se lamenta de la "inutilidad" de los marismas del Guadalquivir, idea errónea que se ha mantenido hasta hace bien poco, y de la venta de bienes por el rey -como "el Palacio de doña María o el Coto de doña Ana"-, a cambio de papel moneda y en beneficio de contratistas ya ricos, proponiendo como alternativa la instalación jardines de aclimatación de plantas exóticas, o el reparto de la tierra para formar colonias agrícolas.

Denuncia la inseguridad de los caminos, y la pasividad de justicia y militares en perseguirlos, y defiende como solución que "respondieran con su dinero y con su empleo de los robos".

De El Puerto asegura "que es hermoso en la parte nueva; pero la soledad de sus campos, el arruinado castillo de doña Blanca y la vista del río Guadalete, me arrancan suspiros, ¡qué tiempo aquellos! ¡qué comparaciones con estos! griegos, romanos, cartagineses, moros, todos bullían a un tiempo en mi mente… allí se me figuraba ver la gran población de Menesteo". Recuerda el desplome del puente O'Reilly y los problemas que ocasiona la barra del río.

También destaca los "pobladísimos pinares" entre El Puerto y Puerto Real, y asegura haberlos visto arder meses y meses, culpando "a la cruel mano de los franceses". Propone un plan de repoblación de los "eriales" de la Bahía de Cádiz "como hizo oportunísimamente Olavide en la Sierra Morena". Y en la de Cádiz, habría que añadir.

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