Mire usted: cuando me veo a un político de nuevo cuño disertando en torno a lo vieja que está la Constitución del 78 las tripas se me hacen un revoltijo. No es, ni mucho menos, que la querida 'Consti' sea mejorable, pero es que resulta que quienes se empeñan en lavarle la cara son los mismos que se oponen a que se les retiren privilegios forales que tienen en forma de cupos desde hace más de medio milenio de antigüedad. Lavar caras ajenas y no quitar legañas de los propios ojos es algo que está muy feo. Y además es muy guarro. Guerra, Don Alfonso, querido y odiado a partes iguales, ha destacado que esa Carta Magna sirvió para reconciliar a dos Españas que, hasta 1978, se tiraban trastos, reproches y bombas a la cabeza. Habrá que pensar qué intereses tienen aquellos que quieren cambiar lo que nos mantiene unidos. A lo peor es que la 'Vieja del 78' no es tan vieja, sino que goza de buena salud, aunque haya algunas arrugas en su tez. Ciertamente algo de cirugía estética vendría bien. Pero no una operación a corazón abierto.

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