Análisis

Manuel Moure

El botón, cuanto más grande peor

El presunto loco norcoreano de los pelos raros dijo que vive pegadito a un botón que llenaría de muerte el mundo en unos minutos. Su congénere americano de los pelos no menos raros le respondió que él también tiene un botón de esos, pero que el suyo es mucho más grande. A estas alturas cada vez que escucho a alguien proclamar que la única salvación del mundo está en que las mujeres lo gobiernen caigo de rodillas y me rindo ante su sabiduría: es completamente cierto. Hete aquí que los pobres hawaianos empezaron a meter a sus hijos en alcantarillas y en los más recónditos y reforzados escondites cuando un inútil de tomo y lomo pulsó el botón que no debía. Tras semejante susto, tan sólo cabe esperar que no haya ningún zopenco que haga lo mismo, pero no con el botón de alerta, sino con aquel que lanza los pepinos explosivos de verdad por mitad del océano. Que el grado de alerta sea el mismo que en la Guerra Fría a estas alturas deja a las claras el nivel de la alta política actual: nulo... bajo cero. Y miedo me da.

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