La culpa no la tuve yo...". Es una buena frase para no afrontar lo que se ha hecho mal. Cuando hay un problema, lo mejor es culpar a otro y si es tu 'enemigo' y un blanco fácil, perfecto. En realidad, es una estrategia de comunicación. Sería algo así como culpar al niño de la casa de que se cayó el vaso. Pero, si no hay pequeño, es mejor dar la cara y afrontar las consecuencias. A veces culpar a otro sin sentido nos convierte en el hazmerreír de los demás. En estos tiempos donde los 'desnudos' son publicados en las redes sociales para rubor del que no está a la altura, hay que tener mucho cuidado con lo que se argumenta. Últimamente he escuchado que una plaga de ratas ha sido provocada en dos ciudades por la estrategia de un partido. También, que los autobuses urbanos han sido multados por no tener la ITV a causa de que no estaba actualizado el sistema de la DGT. Y he visto a una plantilla de empleados quejarse al Ayuntamiento porque no les dejan utilizar instalaciones municipales mientras su empresa no esté al corriente de pago; no hay quejas al jefe. Pero, no pasa nada, llorar es lícito y cada cual se escuda donde puede.

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