Es natural que perdiera ayer el liderazgo mundial y que lo hayan eliminado del torneo que estaba jugando. ¿O va a ser casualidad que un crack como Nadal haya pinchado precisamente la semana en la que se disputa la Feria del Caballo? ¿Acaso hay alguna prueba sobre tierra batida más dura en este mundo que una feria? No lo creo.

Y eso que los tenistas, como los trapecistas, juegan con red. Pero el feriante no. Así que no deberíamos tenerle en cuenta este tropiezo al que es justamente considerado como el mejor deportista español de todos los tiempos. Porque ganar diez veces Roland Garros tiene su mérito, nadie lo pone en duda, pero escalar una Feria y salir airoso tampoco está al alcance de cualquiera.

De hecho, otros deportistas de élite tampoco fueron capaces de aguantarla completa sin tirar la toalla. Me acuerdo ahora de Massiel -la Tanqueta de Leganitos- aquella vez que vino a por todas pero se tuvo que volver para Madrid a mitad de semana porque no podía ya con su alma. Me acuerdo de Iñaki Perurena, el célebre levantador de piedras que, con ese corpachón que tiene, a los tres días de traerlo sin parar se plantó frente a la caseta del Seis Doble pidiendo auxilio.

Si será terrible esta competición que, cuando Pacheco propuso que incluyeran la Feria como deporte de exhibición en los Juegos Olímpicos de Barcelona, varias asociaciones de defensa de los Derechos Humanos amenazaron con boicotearlos.

Ahora ha sido Rafa Nadal el que ha caído en el segundo set, pero otros años cayeron los más grandes. ¿O no nos acordamos ya de cuando Usain Bolt, que tiene el récord mundial de los cien metros lisos, tardó casi cuatro horas en recorrer la distancia que hay entre la caseta de Fundador y la de los Casi Treinta? Y eso que iba con Diego Costa y con Joaquín, los únicos futbolistas ahora mismo en el planeta con aguante para resistir la Feria de cabo a rabo y para preguntar al final cuándo empieza la de Sanlúcar.

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