El debate en torno a las mal llamadas paragüeras del circuito da para mucho, tanto para hablar como para pensar. Y claro, a uno en su ignorancia se le ocurre una batería de preguntas. ¿Hasta qué punto podemos considerar correcto que los políticos le digan a unas modelos cómo deben vestir? ¿Alguna de estas chicas se ve forzada a llevar los uniformes? ¿Se avanzará tanto en este control que un comité ciudadano decidirá qué es permisivo y qué no a la hora de lucir palmito? ¿Se prohibirá el top less en las playas de Kichilandia este próximo verano? ¿Se medirá la altura de las faldas de los trajes de gitana durante la próxima Feria del Caballo? ¿Se prohibirá la entrada en las piscinas municipales a las mujeres que vayan en bikini? ¿Alguien tiene idea de lo que Dorna va a hacer con esta pretensión municipal? A esta última sí creo que tengo respuesta, lo que pasa es que raya lo malsonante, lo escatológico, y prefiero callarme.

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