Ya no estamos para seguir la voz y la senda de nadie, ya no estamos para obedecer sin reflexionar y sin atender los llamados de nuestra propia intuición, ya no estamos para que nos digan lo que está bien y lo que no está bien, lo correcto y lo incorrecto, lo que hay que comer, hacer, decir y lo que no. Ya no estamos para que nadie nos controle y marque las pautas de nuestra vida.

Existe un saber interno y primigenio, una infalible intuición que nos dice clara y abiertamente lo que nos viene bien, lo adecuado para nosotros y lo que no, lo que nos refuerza y lo que nos debilita, lo que nos ayuda en nuestro camino y lo que es mejor ya dejar atrás sin remordimientos y sin girar la cabeza para no convertirnos en estatuas de sal.

Esa voz interior nos muestra nítidamente nuestra verdad. Nuestro corazón y nuestras entrañas nos hablan y nos enseñan siempre la respuesta y el camino por muy crudos y hostiles que nos pudieran parecer en un principio.

Mantén el silencio, percibe esas sensaciones y dales tu plena confianza, síguelas, déjalas fluir y escúchalas con atención porque es tu alma que te habla. Deja tu cerebro a un lado, dile que no piense, no dejes que te condicione y que te diga lo que tienes que hacer porque así lo hicieron todos tus ancestros... pero no, ya no estamos para que las cosas sigan estancadas, estamos para que cada uno de nosotros, sin la menor intención de prevaricación, sea dueño de su vida y de su sino, con todas las consecuencias, pero benditas sean éstas si vienen de tu verdadero yo.

El corazón te dice, el corazón de habla, el corazón sabe más que nadie a qué has venido. Dale la oportunidad y confía. Ve siempre y sin dudarlo donde te lleve tu corazón.

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