El Ayuntamiento de Jerez, como otros muchos de toda España, vive desde hace años en una permanente relación de 'amor-odio' con el Ministerio de Hacienda. El gabinete que dirige el ministro Montoro se ha convertido en el azote de aquellos alcaldes que siguen sin entender que hay que gestionar la cosa pública con sensatez y sin dispendios. Pero también se ha convertido en el salvavidas al que se recurre de vez en cuando para acogerse a las líneas de crédito para pagar facturas a los proveedores o amortizaciones a los bancos. El actual ejecutivo de Jerez entendió esta relación y, en lugar de buscar una confrontación partidista (PSOE-PP) y de quejarse cada vez que se recibe un apercibimiento, ha buscado la cortesía, aunque luego en una mesa haya discrepancias técnicas. Pero una cosa está clara, a día de hoy la ley permite a Montoro que, en un ataque de ira, coja las riendas de los ayuntamientos díscolos, una posibilidad que es un suicidio político para cualquier alcalde. Por eso, es bueno llevarse bien con el tutor y hacer correctamente los deberes o, al menos, parecerlo.

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