Ver a los jóvenes plantearse y promover proyectos es, en una ciudad complicada a nivel laboral, una de las mejores noticias que podemos tener. Y digo esto refiriéndome a jóvenes que, en su lucha diaria, intentan devolver al flamenco jerezano a lo más alto, pero una manera distinta. Uno desde la guitarra, a través de su academia en el Parque Atlántico, donde ha conseguido establecer una pequeña isla artística en la que no sólo se aprende a tocar, sino a gozar de este instrumento. Hablo de José Ignacio Franco, un guitarrista que lleva tiempo luchando por dignificar esta profesión. Gracias a él, los buenos aficionados pudieron asistir y disfrutar de la presencia del maestro Rafael Riqueni, que ofreció un concierto y una masterclass en primera persona. Tiene mérito hacerlo con tan pocos medios, más si cabe con alguien como Riqueni, un guitarrista al que no veíamos en Jerez desde que apareció por el Festival hace años. Desde estas líneas quiero felicitar a José Ignacio, alguien que cree en su proyecto y ha convertido a su academia en un foro constante de docencia y respeto por la sonanta.

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