Análisis

Pablo Fernández Quintanilla

La poca vergüenza

Cuando lean estas líneas, ya se habrán decidido los premios del carnaval de Cádiz en las cuatro modalidades del concurso del Falla. Ahora llega el momento de la fiesta que más se le atraganta al aficionado jerezano, el de la calle. Atragantar, por decir algo. Porque aficionados hay y es un hecho, me atrevería a decir, inapelable. Gusta. Divierte. A algunos, incluso, les emociona el carnaval. Pero llegado el momento de disfrazarse o de llevar la afición a la acción, está entre difícil e imposible. No hay jurado ni yo tengo la envergadura para dictarlo, pero me gustaría otorgar una mención de honor a todos aquellos que se 'atreven' -esa es la palabra- a llevar esta afición de forma, digamos, pública y callejera. Porque en Cádiz o cualquier otro municipio de la provincia puedes salir a cantar y preocuparte sólo de no meter la pata y contar algo que al menos entretenga. En Jerez necesitas, además, a gente con tu mismo sentimiento para acompañarte. Viva la poca vergüenza.

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