Análisis

SUSANA ESTHER MERINO LLAMAS

Hasta la próxima, bendita cuaresma

Bendita Cuaresma, como te dijera el pasado uno de marzo, miércoles de ceniza, llegaste sin avisar, abriendo los goznes de nuestros más hondos sentimientos de cristianos y cofrades.

Ahora, ya las frías noches de invierno de ensayos costaleros se trocaron en dulces atardeceres primaverales bajo la incipiente luna que se dispone a derramar su plata sobre los varales y los candelabros de cola de nuestras Vírgenes. Los adoquines ya quedaron cubiertos por la frescura del azahar, para conformar la más hermosa de las alfombras que la misma naturaleza nos ha regalado para que fuéramos de besamano en besamano, de concierto en concierto, de pregón en pregón... Los pies de nuestros Cristos ya reposan sobre sus respectivos montes Calvario tras haber quedado empapados de besos y oraciones, al igual que en las manos de nácar de nuestras dolorosas aún laten esas plegarias calladas que les dejamos con el roce de nuestros labios. El sacrificante esfuerzo de las mayordomías ha dado su fruto con la contemplación de altares de insignia que parecen haber salido de manos angelicales. El santo hábito nazareno aguarda impaciente a cubrir nuestro cuerpo, nuestro corazón y nuestra alma, mientras pende de la puerta de nuestro armario. La papeleta de sitio junto con la medalla, que ya se descolgó de nuestro cabecero para acompañarnos en los cultos de nuestra hermandad, también permanece expectante hasta el día de la salida procesional...

Y es que a tan sólo unas horas, nuestros pasos se dirigirán hacia el dintel donde nace y muere, donde brota y desemboca, ese manantial y esa catarsis de emociones que nos hace sentir vivos durante todo un año de espera, desgranando hojas de calendarios, acunando sueños con nuevos aromas de incienso que volverán a colarse por entre las viejas sacristías, con nuevas frías noches de invierno en ensayos costaleros, con nuevas convocatorias de cultos colgadas en las puertas de nuestros templos, con nuevas túnicas que se hilvanarán con el mismo cariño de siempre, con nuevas oraciones poéticas, con algún estreno de una nueva marcha de palio o de misterio... con... nuevas ilusiones renovadas.

Porque eres la alfa y la omega de nuestro sentir más cofrade y esa puerta de la misma gloria que nos guía hacia nuestra Semana Santa, te digo, Bendita Cuaresma, hasta la próxima, y que sepas, que ya te estoy esperando.

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