Análisis

SALVADOR GUTIÉRREZ GALVÁN

Con ternura y esperanza; carta a un anónimo

Me has hecho daño con tu ofensa. Y lo sabes. Como otros, estás tratando de normalizar el ataque a mi fe. Créeme. No te guardo rencor. Probablemente, como entonces, es posible que no sepas lo que haces. Así que, por mi parte, no sólo te perdono sino que tengo muchas esperanzas puestas en ti, aunque no me creas. No soy quien para medir la fe de los demás, pero advierto en tu mirada un hálito de bondad muy aprovechable. Sé que en el fondo no eres como te muestras, o como te empujan. Sabes que, como yo, al final del día te miras en el espejo, cuando no hay ropa, ni sociedad virtual, ni peinados atractivos, ni frases querellantes en las redes, ni grupos de whatsapps, ni facebook, ni nada. Me observo en mi desnudez y veo que soy sólo carne y hueso, como tú, como todos. Es en esta soledad nocturna donde nos enfrentamos realmente con nuestra miseria, y nuestra verdad. El momento en que no hay mentiras, ni caretas, ni perfiles sociales. Sólo tú contigo mismo.

Con esta sincera confesión, me gustaría que reflexionaras sobre la sonrisa de ese tipo de personas que pasan por la vida con ternura. Seguro que conoces a alguna. Son personas, muchas de ellas ya mayores, poco doctas, podrán decir. No hablan demasiado. No suelen criticar. Ni siquiera argumentan debates, para no molestar. Bajan la cabeza ante la incomodidad, pero no 'embisten' nunca, aunque siempre mantienen un rostro afable. Se muestran tan risueñas que bien podría decirse de ellas que viven apartadas de la realidad social. Te lo aseguro; en esa ternura hay más inteligencia que en tus proclamas, más que en estas líneas. Ellas, las personas tiernas, son muy conscientes de lo que ocurre. Hay mucha lógica en su proceder. A diferencia de ti, se muestran débiles al exterior, pero intensamente fuertes en su interior. No manifiestan con inmediatez ninguna postura relevante ante las adversidades. Dirán cosas para tentarles, pero no responderán (Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo mientras lo ponían a prueba). Y así quisiera mirarte hoy. Porque tengo muchas esperanzas puestas en ti.

En estos días de Cuaresma quiero acercarme aún más, desde la oración, al Cristo al que has criticado y atacado. Mófate si quieres de mi ayuno semanal, del perdón, del sacrificio o de las veces en que te diré que estaba en Misa. No me importa. Esta no es ninguna rabieta envuelta en soberbia. Sólo pretendo iluminarte un poco. Me encantaría que lo pensaras bien, porque en tu debilidad puedes descubrir una grandeza que está ahí, esperando a que la dejes salir. Hay mucha más alegría de la que expresas diariamente.

Volveremos a encontrarnos otra noche frente al espejo de nuestra inutilidad. Pero ya sabrás que no estarás solo. Dios seguirá estando más dentro de ti de lo que imaginas. De ti depende convertir esa ira en alegría. No sigas conspirando. Esto no va de ideología, sino de vida. Ojalá no sigas endureciendo tu corazón. Ojalá des el asalto que tanto añoras. Voy a rezar por ello. En cualquier caso recuerda que, en este tiempo de cuaresma, te seguiré tratando con ternura. Porque tengo muchas esperanzas puestas en ti. !Ánimo!

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios