Dicen que hay un rincón para pensar, al que suelen mandar a quien ha metido la pata para que reconsidere sus malas acciones. También hay un tiesto al que yo llamo de las ideas. En el mismo usted mete las suyas y si desea compartirlas las vierte en otro más grande, que puede ser una hermandad, una peña flamenca, una agrupación carnavalesca o un partido político. De todas estas entidades, las más aburridas son las últimas, donde a veces el tiesto de las ideas es la misma bota de los turbios a donde iban a parar los restos de las botas sin importar origen, calidad o tipo de caldo. Pues bien, resulta que un militante de Podemos se alegra de que el dictador Fidel Castro haya muerto porque abre una nueva vía a una Cuba más democrática y al pobre hombre le dan la de Dios es Cristo hasta dejarlo hecho un Ecce Homo. Las ideas hay que tenerlas claras, como los pies deben estar firmes sobre el suelo. En caso contrario, más vale cambiar de nombre, y reconocer de una vez que siempre han sido los comunistas de siempre.

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