Cuarto de Muestras

Almibarados

Qué de tonterías se mandan y reciben y qué saturación producen

No sé si el mundo ha avanzado con las redes sociales pero tengo claro que se ha vuelto más cursi que nunca. Pringa. Raro es el día que alguien no nos manda un ripio, una flor, una reflexión pueril pretendidamente filosófica rodeada de corazones, un gato o un perro lamiendo la pantalla, y no sé cuántas cosas podría seguir contando de no ser por miedo a ponerme demasiado melosa y que este artículo termine oliendo a rosas de pitiminí. Qué de tonterías se mandan y reciben y qué saturación producen. Además crean una especie de autocensura porque si dices qué horror, parece que no quieres a tus amistades, que eres una guasa, que tienes dificultad para expresar sentimientos. Ay, que sí, que sí, que yo también os quiero, termina una diciendo para no herir susceptibilidades. Quién dice que no. Y, ojo, te acabas contagiando y dándole a reenviar. Siempre he pensado que la amistad y el amor verdaderos están hechos de silencios y de espera más que de saturación y apretones. Hoy el silencio, la añoranza y el deseo son difíciles porque estamos presentes en todas partes y todos nos hablan y nos quieren. Así es imposible enamorarse creo yo. Menos mal que me coge tarde y he tenido que descubrir la vida a base de imaginármela, con el condimento indispensable de la incertidumbre.

La semana pasada quise huir una vez más de la política y pensé en hablar de la primavera que precisamente empezaba el mismo día que se publica mi artículo. Finalmente no me atreví por miedo a caer en esto que vengo diciendo de la cursilada y el lugar común porque a todos la primavera llega un momento que nos resulta empalagosa y excesiva. Bueno a todos no, a Virgilio con sus poesías bucólicas, a Becquer con sus golondrinas, a Machado, a García Lorca y tantos otros les ha servido para escribir los mejores versos. A Vivaldi, Stravinski, Strauss, Beethoven, Mendelssohn o Schuman tampoco les asustaba la primavera y se entregaron a ella para evocarnos el canto de los pájaros y el renacer de todas las emociones posibles. A Arcimboldo, Boticelli, Rubens, Goya, Sisley, Klee, van Gogh, Monet, Malévich también les sirvió para retratarnos la naturaleza en todo su esplendor, bien en una humilde rama florida del cerezo, bien en la voluptuosidad de un cuerpo de mujer.

Aprovechemos esta extraña estación en la que están todas las demás escondidas para vivir su intensidad de manera contemplativa y en silencio. Si nos dejan.

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