La nicolumna

Nicolás / Montoya

Amistad fija discontinua

DESPUÉS del empacho de romanticismo alrededor del día de los enamorados, las aguas vuelven a su cauce y nos queda lo más auténtico, lo poco que queda dentro en cualquier relación: la amistad. Que debería ser algo para festejar y sin embargo no tiene un día de celebración.

Pero es chocante que los sentimientos entre amigos estén quedando en el interés y en el beneficio personal. La mayoría de veces la amistad del siglo XXI es interesada e hipócrita a todos los niveles. Para colmo muchas son amistades peligrosas que se miden en función del rédito conseguido de los que malviven con esos sentimientos porque, en esto de amores, tanto cariño pero a la vez tan falso, acaba en puñaladas traperas a modo de contrato basura de fijeza discontinua mientras les interese a los firmantes.

Desde los que cazan a enemigos con cuernos en horas muertas antes de enjuiciar conductas hasta los que prevarican hasta con las venas varicosas de los más allegados, desde los que calumnian por norma hasta los que saben desviar fondos y son cómplices en burbujas inmobiliarias para beneficio mutuo, desde los que se venden por unos euros hasta los que inyectan ingresos a conocidos para tener más amigos endeudados de favores, e incluso los que acaban con la amistad embarrada en aguas turbulentas de cualquier río.

El miedo a que la amistad sea un valor en alza no culpa de la crisis económica. La valentía de una amistad basada en el respeto a los demás conlleva mucho sacrificio, por parte de todos, porque algo tendremos que decir los que estamos por acá, siendo partícipes, por exceso o por defecto, de tanta cercanía mal entendida. Lo que los niños están viendo es el resultado de amistades interesadas y brazos cruzados de los adultos. Lo que no ven es el valor y el calor de un abrazo.

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