LA nicolumna

Nicolás / Montoya

Apretar las clavijas

EN un principio todo tiene solución. Menos las ganas de fastidiar. Olvidado el diálogo en el baúl de los recuerdos, por la tremenda se consiguen cosas. Dentro de cuatro paredes y en las cuatro rondas de circunvalación.

Se está convirtiendo en una fea costumbre que la tolerancia deje de ser compañera de viaje de la razón, no solo por la sinrazón del silencio, sino también provocada por las circunstancias y por los mismos sadomasoquistas que se quejan del sadismo de los demás. Y esto no parece haberlo comprendido mucha gente. A nivel personal, demasiadas amarguras y a nivel social, demasiados cojones, que es más llamativo.

Los rumores hablan de que con toda seguridad tendremos huelga de autobuses durante la Feria, como cada año, a modo de entretenimiento alternativo y para hacer que la gente cambie la avenida del colesterol por la de Domecq, o que el asunto de Las Calandrias, acabará por llenar de olores poco agradables y de roedores autóctonos las casetas jerezanas. El sindicato de equinos andaluces anuncia huelga de pezuñas caídas por parte de los caballos del real. El anuncio de huelga de embotelladores de fino está al caer, y la protesta laboral de "cortaores" de jamón de caseta para esos días. Incluso ya se baraja la posibilidad de cerrar todas las canteras desde San Cristóbal hasta El Torno, para que sea difícil encontrar pedrusco disponible para el acto de la primera piedra de lo de Ikea. Además está confirmado que en las próximas semanas se espera huelga de todas las empresas nacionales del sector textil especializado en toldos para calles peatonales.

La propia vida exige formas de control de la convivencia personal y social, y formas de respetar los derechos de todos. Pero comportamientos encaminados solamente a conseguir objetivos a costa de apretar la tuerca al extremo, son perversiones para hoy y lágrimas para mañana.

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