En épocas grises fueron capaces de ser referentes de vanguardias, de movimiento ciudadano y obrero organizado, de conocimiento que rompía con el cerco cuartelero que nos sometía. No puedo entender, y no hablo del enfrentamiento con el resto de España que es harina de otro costal, la ruptura entre vecinos que conocen y hablan la misma lengua, que comparten estilos y cultura. Resulta que algunos opinan, estoy convencido que muchos, que ninguna "emoción abanderada" justifica el desprecio a la libertad y reglas compartidas con "los otros". La respuesta la oyeron: "Que se tilde de fascistas mis declaraciones es o desconocer lo que es el fascismo o realmente buscar un insulto como a un árbitro de fútbol cuando…nos acordamos de su madre…". Miremos a "nuestro mediterráneo" para ver que destrozamos un patrimonio esculpido por muchos y muchas, también por el sudor y lágrimas de algunos vecinos del sur. El seny es "ser cabal", justa medida desde la que un vecino pensionista me dijo: "quizás con tanto ruido no ven que vamos todos, empujados, al mismo sumidero". Hay políticas, envueltas en banderas, que deterioran uno de los emblemas sociales más preciados, nuestro sistema público de pensiones. Pensemos que 4 de cada diez pensionistas contribuyen, a pesar de que la media de las pensiones de 9 millones de personas en España apenas llega a los 900 euros, en Andalucía escasamente a los 800, a sostener familias enteras, colchón de desempleos y dependencias. Pensemos que desde 2013 algunos, que con tanta "fuerza" defienden la unidad retórica de la patria, rompen uno de los pactos que cohesionan territorio, sociedad y generaciones. Esta semana, en medio del estruendo manipulador, unas cuantas miles de personas se han lanzado a una marcha por toda España para defender la viabilidad del Sistema de Pensiones, ahí están todas las banderas.

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