Censura 2.0

Contra la censura 'light' hay que llevar un régimen hipercalórico, y decir todo lo que se quiera

La censura posmoderna es líquida, soft, light, blanda. Y más funcional, porque opera como un self-service. El pensador se retrae de decir lo que piensa por miedo al escándalo que piensa que pueden provocar sus pensamientos. El opinador actual no escucha ruido de sables, de porras o de candados, sino de camisas (rasgándose).

Por supuesto, hay excepciones y las nuevas leyes LGTBI rozan peligrosamente la censura directa, pero son las menos y todavía está por ver si terminarán imponiéndose o los tribunales las anularán por incompatibilidad con la libertad de pensamiento y de expresión. Será uno de los grandes temas jurídicos del futuro inmediato.

Tampoco podemos considerar censura que no te vitoreen personas de ideas contrarias. Hay quien confunde su falta de éxito con una conspiración de silencio o una persecución ideológica, porque eso, subconscientemente, le parece más prestigioso que la sobria soledad intelectual.

La censura que existe de verdad es la difusa y autoimpuesta, y funciona temiblemente bien, pero sólo porque no se contrarresta con un poco de valor. Contra la censura light hay que llevar un régimen hipercalórico, quiero decir, que hay que decir todo lo que se quiera. Y hay que andarse con cuidado de no caer tampoco en la trampa contraria y jugar a escandalizar al contrario al grito de "Que hablen de mí, aunque sea mal", porque eso cada vez es más fácil y puede ser muy beneficioso para el eco, pero devastador para la voz.

Mi experiencia me sorprende. A menudo escribo artículos con el corazón encogido pensando que me van a apedrear. Pero luego encuentro acuerdos que, además, mejoran mis tesis con sus aportaciones; y desacuerdos frontales, por supuesto, pero respetuosos. No veo mayor muestra de inteligencia de mis lectores críticos que el hecho de que nunca me hayan llamado "homófobo" ni "islomófobo", porque no lo soy, y sí me hayan llamado, en cambio, "ultramontano", "inaccesible" o "pedante", porque lo soy. Sería del género tonto enfadarme con alguien que tiene el tino de criticarme con la verdad por delante y el detalle de no colgarme por la espalda etiquetas más fáciles y más falsas.

No me pongo como ejemplo. Sólo animo a no pasar por el autoservicio de la censura 2.0, sino dejar que, si acaso, se tomen el trabajo otros. Comprobemos y celebremos que tenemos más libertad de la que pensamos y contrincantes ideológicos más dialogantes de lo que parece.

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