Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

La otra 'Champions'

Se acaba de celebrar una nueva edición, y van siete, de la Copa Jerez, un evento organizado por el Consejo Regulador para difundir a nivel internacional las enormes posibilidades que tienen los vinos de esta Denominación de Origen en la gastronomía. Este año, el certamen de carácter bienal ha traído a buena parte de los principales chefs y sumilleres de España, a los que ha reunido en un foro en torno a los vinos de Jerez. Todo un lujo que demuestra hasta qué punto el jerez vuelve a estar de moda en aquellos lugares en los que operan los prescriptores más deseados. Nada que ver, por tanto, esta séptima edición de la Copa Jerez con la primera, hace quince años, lo que refleja que en este tiempo los vinos del Marco han ganado, si no en volumen, sí en valor. Porque olvidémonos de las cifras de ventas de antaño, ese tiempo probablemente ya no volverá. También se puede crecer de otra forma, desde la calidad, como demuestran otras denominaciones.

Ese es el camino emprendido, que pasa por iniciativas como la 'nueva' Copa Jerez que se adapta a los tiempos y a las exigencias de los consumidores de hoy o por eventos como Vinoble, para el que estos días se ha puesto una alfombra roja que convendría no levantar. Nadie entendería que en un momento dulce de imagen como el que vive el jerez, Vinoble 2018 vuelva a estancarse o retroceder como sucedió en la edición del año pasado. Jerez tiene que contar con una Copa Jerez y un Vinoble en años alternos a la altura de la importancia que sus vinos y sus empresas mantienen. En un mundo cada vez más competitivo sólo la vía de la búsqueda de la excelencia (y no la de salir del paso) puede llevar al éxito. Y, por supuesto, debemos huir de la endogamia y el chovinismo que tanto daño le han hecho a esta ciudad no sólo en el sector del vino sino en muchos otros. Que vengan hasta aquí muchos de los principales referentes mundiales de la cocina para alabar nuestros vinos no ha de ser visto como un ejercicio de 'catetismo' como algunos quieren hacer ver, sino precisamente todo lo contrario. Es el ombliguismo el que nos hace ser peores. Sucede algo parecido con el flamenco, que de no abrirse a nuevas influencias estaría estancado, como se ha demostrado con otro producto de éxito que ha de renovarse continuamente: el Festival de Jerez que tanto ha costado introducir en la cultura de muchos aficionados pero que ya es un fenómeno indiscutible y hasta copiado fuera de aquí.

Por tanto, si el jerez quiere tener futuro habrá de renovarse, mezclando lo mejor de aquí como lo mejor que se hace fuera. Es lo que se llama simplemente sumar. En mi opinión, que vengan de fuera quienes nos admiran y nos digan qué piensan de nosotros y cómo podemos mejorar debe ser un motivo de orgullo y de reflexión a la vez. Las sociedades abiertas son las que históricamente han crecido y mejorado. Y así son nuestros vinos: qué mejor manera de ilustrar todo esto que con un sistema de criaderas y soleras en el que lo viejo se enriquece con lo joven y, dinámicamente, está en permanente evolución.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios