Cuota y coto

El político recibe un reforzamiento positivo en su conflictividad si, cuando la lía, se convierte en la estrella

No me va a quedar otra que escribir un artículo explicando por qué no soy antifeminista, sino todo lo contrario, y que también hay excesos fatales en la verdadera lucha por la igualdad. En él, sostendré que las cuotas son un concepto problemático en lo jurídico y contraproducente en la práctica. Pero no vengo a adelantar argumentos, sino hacer una paralela.

¿Por qué sólo se establecen cuotas con relación al sexo? ¿No piensan ustedes que la gran mayoría de las comunidades autónomas están discriminadas mediáticamente con respecto a Cataluña y al País Vasco? Sí, sí, también fiscalmente, pero en lo mediático la cosa llega a extremos de maltrato informativo.

Puestos a poner cuotas, yo estudiaría la posibilidad de obligar a los medios nacionales a un tratamiento informativo paritario de las distintas regiones de España. ¿Qué sabemos de la política de Castilla-León? ¿Qué de la de La Rioja?

Los medios privilegian la existencia de conflictos, y eso los multiplica. Nada le gusta más a un político que un foco, como a un tonto una tiza. Recibe, en consecuencia, un reforzamiento positivo en su conflictividad si, cuando la lía, se convierte en la estrella del momento. Cuando un político se preocupa de no salirse de su ámbito de competencia y de actuar ahí honrada y competentemente, no sale ni en el periódico local. Poco premio para mucho mérito, todo inversamente proporcional.

Encima, los ciudadanos percibimos una imagen distorsionada de la cosa pública, que aparece como una casa de locos, un barco a la deriva, el ring de boxeo y el aquí es Troya. Sería de agradecer que aburriesen más.

Yo estoy en contra de todo tipo de cuotas, y creo que esto que hablamos se puede contrarrestar con más responsabilidad política, más desdén ciudadano y con humildes artículos como éste. Pero como ejercicio de política ficción, no estaría mal una cuota mediática por autonomías. Por tantos minutos de Cataluña habría que dedicar los mismos a Murcia, a Andalucía, a Cantabria.

Hablamos de lo mediático porque es lo que está siempre en medio, pero seguro que, si pudiésemos meternos en el pensamiento y en las horas de trabajo del presidente del Gobierno de España y de sus ministros, nos pasmábamos de la dedicación asimétrica que consiguen los revoltosos, y su traducción en recursos, en miramientos, en privilegios. Quizá no haga falta la cuota de todos, pero sí recordar que esto no es el coto de algunos.

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