Cuarto de Muestras

Desamor

Esta sociedad está enferma porque nadie enseña a querer y a respetar

El manoseado interés del menor no es el interés del padre, ni el de la madre, ni tan siquiera el de la ley que los protege. Todos dicen actuar en interés del menor: las madres que reclaman para sí la custodia de los menores, los padres, que no se atreven a tanto, pero reclaman la custodia compartida; los fiscales a resultas de las pruebas y, por último, los jueces, que a tientas, procuran hacer el menor daño posible cuando el daño ya está hecho. Porque es dañino para un niño ver que sus padres no se quieren y condenarles, en el mejor de los casos, a una orfandad periódica y sucesiva.

Si a eso tan delicado y difuso como es el interés del menor, se le suma la violencia de género con todas sus muertes, sus interpretaciones interesadas y la manifiesta ineptitud demostrada para resolver el problema, el jeroglífico judicial se vuelve indescifrable. Por más que se endurezcan las penas, al verdadero maltratador le dará igual porque generalmente después de matar se suicida. ¿Nadie piensa en eso?

Porque hemos visto a padres maltratadores que han acabado con la vida de sus hijos, a madres obligadas a llevar a prisión a sus hijos para cumplir con unas visitas impuestas judicialmente a un padre que está en prisión precisamente por maltratar a la madre. Porque el sistema actual condena pero no cambia a las personas, porque sigue habiendo permisividad social a determinados comportamientos y actitudes, porque la maraña judicial y la desproporción punitiva hace que la mujer en muchas ocasiones se sienta culpable y no declare contra el padre de sus hijos convirtiéndose en protectora de su propio agresor, porque muchos no saben qué han hecho mal si ellos mismos recibieron esa educación y fueron maltratados. Porque el divorcio debería ser mucho más rápido y las consecuencias más equilibradas. Porque también hemos visto padres lanzados de sus casas que pierden a sus hijos sencillamente porque la madre se enamora de otra persona, porque los padres en muchas ocasiones se ven abocados a vivir de la caridad de sus ancianos padres, porque se ven desacreditados y despreciados por sus propios hijos, porque muchos padres pierden a sus hijos para siempre sin que ningún presidente del gobierno ni juez se ponga en su lugar. Porque la justicia no resuelve el desamor.

Esta sociedad está enferma porque nadie enseña a querer y a respetar. Ninguna sentencia, ningún juzgado, salvará este analfabetismo actual.

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