Crónica Personal

Desazón

Sin caer en la mojigatería, hay que preguntarse qué está pasando con los jóvenes españoles

Los avatares de la campaña catalana y la inquietud que provoca el futuro incierto que se abre tras las elecciones del día 21, dejan poco tiempo para reflexionar sobre distintos hechos que convulsionan la sociedad española.

La violación de cinco salvajes a una joven en los Sanfermines -habrá que decir presunta mientras no se pronuncien los jueces- abrió una caja de Pandora de la que salieron a la luz comportamientos que han provocado escándalo en la sociedad; pero no en toda, hay un sector que no se escandaliza porque los ha asumido como hábitos y con la boca pequeña pronuncian frases de rechazo hacia los violadores para añadir en voz baja que ha cambiado el signo de los tiempos y que el sexo en grupo es parte de las emociones que buscan miles de jóvenes.

Tras Pamplona llegó Aranda y llega la noticia de que los mossos investigan otra posible violación en grupo. Y en otro terreno, pero también de violencia, ha saltado al primer plano el nombre de un joven que ha matado a un hombre en Zaragoza porque llevaba tirantes con la bandera española. Con un curriculum detestable: había agredido añas atrás a un policía al que dejó tetrapléjico, por lo que cumplió siete años de cárcel. Le han respaldado personas del ámbito antisistema y del movimiento okupa, que ha promovido y premiado un documental que protagoniza este personaje abyecto. No importa que sea un asesino.

Sin caer en la mojigatería, hay que preguntarse qué está pasando con los jóvenes. Es evidente que fallan los educadores, aunque en su favor hay que recordar que se les ha cercenado la posibilidad de aplicar medidas disciplinarias, incluidas las quejas a la dirección o a las familias de quienes tienen un comportamiento que roza con la delincuencia -las agresiones de padres a profesores es mayor que las de alumnos entre sí- y fallan también las familias que no dedican la atención suficiente a unos hijos que, con frecuencia, abrazan causas inadmisibles porque es la única forma de encontrar amistad, compañerismo, afecto, grupo.

Si a todo eso se une la ayuda inestimable de las redes sociales -el mejor invento de comunicación y también el peor utilizado-- tenemos el escenario perfecto para que se produzcan hechos como los que hoy nos preocupan, entristecen, escandalizan y avergüenzan. Pónganle unas dosis considerables de machismo, otra de sometimiento a las modas estéticas y una más de fascinación mal entendida por ídolos del deporte o del espectáculo, y sale el cóctel demoledor que provoca tantos titulares.Algo se está haciendo mal y destruye la vida de un número considerable de nuestros jóvenes.

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