Relaciones humanas

Manuel Fernández García-Figueras

Despotricar (y II)

EL ingenio de González Ruano nos dejó por escrito una curiosa pregunta con formato de trabalenguas cuyo contenido literal exacto es: ¿Dónde encuentra taxi la gente que va en taxi cuando no hay taxi? Este magistral texto nos ha venido a la mente al pretender definir las actitudes, escritos y críticas que hoy proliferan en torno a lo que dicta y dice la Iglesia. Está de moda meterse con la Iglesia y lo más grande del mundo es que los que más se caracterizan por sus ataques y ofensas son personas que no pertenecen a la Iglesia. Gente que está alejada de las creencias y las prácticas católicas que se consideran con derecho a lanzar diatribas que en la mayoría de los casos caen al vacío y se deshacen por su falta de peso específico.

De ahí el que parafraseando al gran González Ruano podríamos preguntar ¿por qué molestan tanto las cosas de la Iglesia a los que no van a la Iglesia ni les importa la Iglesia? Parece absurdo e ilógico tratar de enmendar unas actitudes en las que no se cree ni se pretende mejorarlas para entonces seguirlas y apoyarlas. Simplemente es la manera de manifestar un público rechazo a la Iglesia porque su sola presencia molesta y porque se sabe que después de muchos siglos sigue teniendo vigencia, eco y seguidores. ¿Por qué tienen algunos que se confiesan no católicos una auténtica obsesión por decir que a la Iglesia acude poca gente? ¿Conocen la asistencia a templos de otras creencias? ¿Siguen las estadísticas de las prácticas religiosas de los españoles, incluidas las de ellos mismos?

Con independencia de la polémica por la defensa de la familia a la que nos referimos en el comentario anterior, fue curiosa la reacción de algunos medios indocumentados y personajillos mal intencionados criticando que el Papa oficiase una Misa en la Capilla Sixtina de espaldas al pueblo, como en los llamados viejos tiempos. ¿Qué autoridad tienen para esas críticas? ¿Conocen las disposiciones sobre ritos y ceremonias que disponen la Iglesia y el Sumo Pontífice? ¿Saben la importancia simbólica que tienen esas rehabilitaciones de la antigua liturgia?

El tema entra de lleno entre las anécdotas y meteduras de pata y da la razón al trabalenguas que hemos dejado copiado más arriba. Con sentido del humor y aplicando el perdón que dicta y ejerce la Iglesia, habrá que terminar diciendo como el Quijote: ladran pues cabalgamosý

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