LA vergonzante entrega ayer por la tarde del Premio Libertad Cortes de Cádiz -en la sala de juntas del Círculo de Bellas Artes en Madrid- a los opositores venezolanos Leopoldo López, Antonio Ledezma y María Corina Machado sería una broma de mal gusto si no fuese porque es la imagen de toda una ciudad la que está en juego y por la carga simbólica de un galardón que se ha ganado a pulso su prestigio a lo largo de los años. Como es sabido, el primero se encuentra encarcelado, el segundo está en arresto domiciliario y la tercera tiene prohibido abandonar Venezuela. Y la polémica saltó porque a diferencia de años atrás, cuando los premiados eran recibidos en el Ayuntamiento con el protocolo destinado a las más altas personalidades, esta vez el alcalde de Cádiz, en un claro gesto de ninguneo, decidió que el premio lo entregara un técnico municipal a los familiares de los presos políticos. Y para disuadir a los allegados que quisieran recoger los galardones en Cádiz, José María González -que considera el premio "un regalo envenenado" que le dejó la anterior Corporación- se negó en su día a sufragar el viaje. Comoquiera que los propios familiares le han dejado en evidencia al señalar que en ningún momento pensaron que el Ayuntamiento tuviera que pagarles nada, su ridículo ha sido monumental y sólo comparable a su sectarismo al escudarse en problemas de agenda para entregarlo en Madrid y tratar de justificar sin éxito su ausencia y la de todo su equipo de gobierno, más que premeditada.

El alcalde gaditano ha evitado mencionar, en mitad de una polémica que él mismo ha alimentado, que el jurado del premio está integrado entre otros por el presidente del TSJA, Lorenzo del Río, y por uno de los padres de la Constitución del 78, José Pedro Pérez-Llorca. Y de igual forma que en ediciones anteriores reconoció la trayectoria de mandatarios progresistas como Lula da Silva y Pepe Mujica, en esta ocasión destacó "el empeño y sacrificio en defensa de las libertades" de los opositores venezolanos. Insistir en que su equipo de gobierno sólo perseguía la "máxima normalidad" en la entrega de este galardón no es más que otra muestra de cinismo, ya que los hechos han retratado a un alcalde que vuelve a olvidar que gobierna para todos y que proyecta sin despeinarse su afán por utilizar cualquier excusa de manera partidista. De hecho, la admiración por el chavismo es tan honda y sentida entre los dirigentes de Podemos que en enero ya les llevó a no firmar un manifiesto por la defensa de la democracia en Venezuela. Tal vez un día se decidan a exponer a la sociedad qué valores democráticos de referencia se pueden importar hoy de Venezuela, y qué medidas sociales que han fracasado allí se pueden aplicar aquí .

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