TRES de tres. Nueve puntos perdidos. Sensación paupérrima. Pésimo juego. Ausencia de carácter. El fútbol brilla por su ausencia. Dependencia de un futbolista. El entrenador no se entera… Posibles titulares para ilustrar las crónicas de absolutamente nada. Porque nada es lo que está ofreciendo este Xerez, jornada tras jornada y, además, ahora, perdiendo partidos a diestro y siniestro, con la contundencia de marcadores que no hacen si no constatar que este equipo no está bien.

El señor que comanda el banquillo hace tiempo que no interesa para nada; y no interesa porque su filosofía futbolística -si la tiene- es pobre y su metodología, totalmente inservible. Sus defensores, que los tiene y muy respetables, ya empiezan a argumentar unas necesidades y unos cambios que se están planteando, en otros foros menos tibios, desde hace mucho tiempo. Pero la culpa no la tiene toda el dueño actual del banquillo; también en la hierba se nota que, aunque, las órdenes desde la banda sean un poco a contracorriente, pobres e inservibles, los futbolistas, que están en Segunda División -algunos después de haber estado muchos años en Primera y en equipos, al menos, conocidos-, y eso, por tanto, nos hace pensar que de esto deben saber algo, por eso cobran y creo que bastante bien, dejan mucho que desear. Salvo algunos que sufren sus carencias, comiéndose el mundo y corriendo como posesos, hay otros que demuestran en el terreno de juego bastante poco; unos que dicen que fueron, hoy no son nada; otros que vinieron con aureolas importantes, están por ver; algunos deben aprender a ser, y todos, pensar que la culpa no sólo la tiene un señor que no se viste de corto.

Al final, desde el campo hasta las gradas hay mucha más diferencia que la que separa las pistas de atletismo. El problema es cuando la diferencia se acentúe desde la gradas hasta el campo; una diferencia que se hace mucho mayor y es mucho más inquietante. Lo es, porque los que se sientan en las tribunas están acostumbrados a sufrir y la vida no les va en que entre -o no- la pelotita. El problema es para los que están sobre el verde. Ellos sí tienen mucho en juego: su futuro, su profesión y su prestigio. Sin embargo, la vida trueca la realidad. Lo de 'el fútbol es así', no es más que una tontería inventada por un poeta del absurdo, sabedor de filosofía lo mismo que de fútbol. O si quieren, señores futbolistas, aplíquense el cuento porque, hasta ahora, los que están en la grada están siendo con ustedes más que santos; pero la santidad no existe en la tierra y, menos, en los estadios de fútbol.

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