Escribir sobre el mobiliario urbano de Jerez es echarse a morir por Dios, que decía mi abuela. El ciudadano, por poco informado que esté, nada más con tener ojos en la cara, tiene que sentir una creciente sensación de bochorno con sólo ver algunas de las horrorosas tartas, en forma de monumentos, que ¡¿adornan?! calles, plazas y, sobre todo, rotundas. Creo que únicamente una población en el mundo nos iguala en obras monstruosas: El Puerto. ¿Creían ustedes que podía existir algo más exageradamente feo que el monumento a Rafael Alberti en la rotonda existente junto al Cuartel de la Guardia Civil de la vecina localidad portuense? Pues sí, el del Motorista en la Granja, el dedicado a las Cofradías en Cristina, la Venencia en la Avenida de la Paz, el Coche de Caballos y su apéndice en el Mamelón, el que está junto al Parque de Bomberos, debajo del corredor del tren..., pueden ustedes continuar, todavía, con unos pocos más de estas esculturas o lo que sean, de tan mal gusto que se envidia a la Fallas de Valencia porque, allí, tras la 'plantá', existe la 'cremá'. Aquí, sin embargo, se plantaron para vergüenza general y testimonio de las nulas luces artísticas del que las mandó realizar y ordenó colocar y que, si el destino no lo remedia, seguirán sonrojándonos eternamente. Para colmo de males, al mejor monumento, con diferencia, que tenemos en la ciudad, las esquivas luces diseñadoras de alguna testa municipal - o quien sea - ha modificado parte de la fisonomía del jardín que rodea la fuente y no se le ha ocurrido otra cosa que poner piedrecitas blancas -que sirven para batallas de niños y adolescentes- con una cenefa, también de piedrecitas, esta vez negras, que más bien parece un símbolo oriental. Y para como de la estulticia creativa, justo en la proa de ese maravilloso bajel que navega por El Arenal y que es el Monumento del General, el lumbrera artista ha plantado el dibujo de una copas en un hipotético brindis. Excelso creador.