Exportación jerezana

Inés Arrimadas representa una opción no marcada por la determinación del nacimiento, sino por una libre elección propia

En medio del trasiego y del batiburrillo de la situación política en Cataluña, parece destacarse una imagen fresca, simple, sin pliegues ni recovecos. ¡Y cuánto se agradece! Por fin, una persona, que no se cree investida de ninguna misión sagrada, ni ha sido reclamada por el destino, ni sus sentimientos la han obligado a llorar porque la estelada estaba a punto de ser traicionada. Por fin, aspira a mandar en Cataluña alguien normal, que ni miente ni se desmiente cada día, ni tiene planes secretos con los que engatusar a sus seguidores o a sus enemigos. Una persona que está ahí porque ha pensado que alguien tenía que arriesgarse y ha dicho que sí, empujada por las circunstancias. Es decir, porque estaba irritada con las irracionalidades que veía alrededor. En resumen, una ciudadana partidaria de que todos, catalanes y españoles, seamos libres e iguales, y que, de momento, no parece tener más ambiciones ni propuestas que restituir en Cataluña la racionalidad robada. Tiene la ventaja, además, de no creerse aún un personaje político. Sus creencias son las suficientes para enfrentarse con la situación la rodea. Por eso tampoco necesita impostar la voz para ser creída. ¡Qué alivio!

Y, sobre todo, en un mundo político tan repleto de egos y narcisos, no le importa mostrarse frágil y modesta: es el precio que debe pagar si quiere reflexionar con voz propia. Para rehuir las dificultades con muletillas, consignas y eslóganes (preparados) están los otros (que ya son demasiados). Incluso esa apariencia de fragilidad reclama y demanda que los demás compartan con ella la labor emprendida. Hay, pues, suficiente temperamento y convicciones para que se le abra la presidencia de la Generalitat. Lo cual no solo sería razonable, también significaría que en Cataluña se quiere recuperar una vida cotidiana justa, moderna y europea, y no andar perdidos en la ilusa nostalgia de 1714.

Pero aún hay otro rasgo que debe alimentar las esperanzas presidenciables depositadas en esta mujer, Inés Arrimadas. En un territorio y en unos años tan soliviantados con pertenencias e identidades, convertidas en enclaves cerrados solo para los "nuestros", ella representa una opción no marcada por la determinación del nacimiento, sino por una libre elección propia. Así, se muestra, además, un camino a seguir para todos los territorios: identidades voluntarias, temporales y en tránsito. Inés en la Generalitat, podría ser, pues, la mejor exportación jerezana en mucho tiempo.

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