Eta ya no mata porque no le renta, no porque se arrepienta; muestra de ello es el hipócrita perdón selectivo, a ti sí y a ti no. Si no siente de la misma manera la matanza de los niños en el Hipercor de Barcelona, que la de los niños de la Casa Cuartel de Vic, es que no te apenas por ninguna. Que tipos más miserables. Nunca hubo conflicto ni confrontación porque ellos pusieron las balas y los demás la vida. Sólo hubo ejecuciones y miles de exiliados. Quienes tenían que mirar debajo del coche o cambiar su rutina diaria no eran nacionalistas. Todo el mundo abertzale es cómplice moral del terrorismo; en sus manos quedan muchos restos de sangre, entre ellos, la de las más de trescientas víctimas que aún no tienen a sus autores ante la justicia. Unos descerebrados apretaban el gatillo, otros daban las órdenes y una gran masa borrega y enferma nada desdeñable quienes los jaleaban; aún hoy esta parte enferma del pueblo vasco hace pintadas dando las gracias a ETA. No, no vale su mentiroso perdón, éste es sólo para quien lo merece, y si no hemos aprendido eso, no tenemos remedio como país. Al lado de ETA está Podemos y sus marcas afines, que no han perdido ni una sola ocasión en estos años para ponerse al lado de su causa. Otegui, hombre de paz para esta izquierda vergonzante, pasea por Barcelona como un héroe mientras Josu Ternera, que debería estar penando, hace de maestro de ceremonias. Que desastre. ETA no se ha disuelto, sigue existiendo por ejemplo en Alsasua donde la barbarie quiso acabar con dos guardias civiles y sus esposas; está en cada ayuntamiento donde Bildu tiene presencia, en el parlamento vasco y ahora también en el navarro. En vez de echarlos de las instituciones, los vamos a premiar acercando a los presos. Esta no es la derrota de ETA, es la rendición de una democracia joven y acomplejada.

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