E style="text-transform:uppercase">s curioso que hayamos olvidado el invierno, por el calentamiento global o por vaya usted a saber qué otra razón. Ahora cada vez que nos viene una bajada de temperatura de las que ponen a toda España tiritando, lo llaman ola de frío. Joder, yo que creí que solo era invierno, aunque lo cierto es que a estas heladas no estamos acostumbrados por aquí.

En Jerez, como en tantos otros puntos de la provincia, no estamos habituados a las temperaturas de estos últimos días, con los pasillos de los edificios que parecen cámaras frigoríficas, y donde para estar más calentitos hay quien se ha pasado la mañana o la tarde en la sección de congelados del Supercarmela. Es cierto. Este frío nos mata. Somos más de inviernos a catorce grados, de un mes de abrigo y bufanda; pero, hoy por hoy, el que no anda resfriado está en la cama con más mocos que un saco de caracoles.

Pena me dan los guiris. Los que más, oigan. Porque no sé quién puñetas les vende que esto es el sur, y que aquí frío no hace. No, vale, no es Teruel ni Burgos, donde los osos polares van con manta eléctrica a batería, pero cuando el invierno dice aquí estoy yo, con esta humedad del tropotocientos por ciento, pasan frío hasta los pollos de los asadores.

Son estos días de mocarreras, toses y pastillas a punta pala, de consultas médicas con más gente que el cásting de Gladiator. También de comentarios en la calle. De esos que se quejaban durante el verano, el levante y la madre que lo parió, y que ahora están deseando que llegue el verano. No hay quien nos entienda. Es de esperar que nuestro invierno jerezano, benévolo y breve, pase de una vez. No es nada agradable ponerse la camisa por la mañana, más fría que el culo de un esquimal, y salir a la calle para que el viento y el frío te despabilen a golpe de ventisca.

Que llegue al menos la primavera, aunque a los alérgicos como yo nos siente tan mal como este frío al resto de vecinos. Que suba el termómetro de la calle y baje el de la ingle, que ya estamos hasta ahí, precisamente, de no sentirnos los pies, ni las manos, y tener la nariz como si acabáramos de salir de la taberna Petra.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios