"Qué es lo que haces tú aquí, una gaviota en Madrid?", cantaba al final de los setenta el cantante canario Caco Senante. Quizás el autor se extrañara al ver en el centro de la Península Ibérica un ave típicamente ligada a un medio marino. Tal hoy en día, recreación poética y literaria aparte, este hecho no le sorprendería en absoluto. Hoy en Madrid se ven cientos, miles de gaviotas. ¿Qué es lo que ha pasado en este breve período de tiempo? Hemos cambiado muchas cosas, el género humano en su soberbia actúa sobre el medio sin pensar en las consecuencias de ello.

Y no sólo en Madrid, en toda España, Jerez incluido. Por los cielos de nuestra ciudad a todas horas, en todos lugares se ven gaviotas. Y es increíble la adaptación de esta especie a las propicias condiciones que les hemos creado artificialmente. Basureros, donde van toneladas de comida que a nosotros nos sobran, colegios donde aprenden los horarios del recreo y "limpian" los patios de los restos comestibles que los alumnos desperdician, campos de nuestras campiñas donde crían multitud de pequeñas y medianas aves que se ven acosadas por esta inteligente y adaptativa especie.

Porque ese es el problema, que aprovechan un floreciente nido ecológico vacío para su sus intereses, pero tremendamente vulnerable para las especies que no han tenido tiempo de adaptarse a su inteligencia y voracidad. Por cierto, ya están criando en determinados techos de iglesias de nuestra ciudad.

Ahora bien, tienen todo el derecho, aunque nos sintamos incómodos. Estamos esquilmando los mares, más del 60% de las especies capturadas por las flotas pesqueras son devueltas al mar y desaprovechadas por no tener valor comercial. Otra prepotencia del hombre. Y claro algo tienen que hacer ellas. Tú empobreces mi medio y me tengo que adaptar al tuyo. En el fondo y sutilmente la ley del Talión. Nueva versión "tú me quitas hasta las sobras y yo aprovecho las tuyas".

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