Gibraltar

Todo este estrépito es la forma que el gobierno británico ha encontrado para ocultar su error del 'Brexit'

El patriotismo exacerbado es lo que tiene: empieza uno proponiendo el Brexit, y al final aparece un diputado (Michael Howard se llama esta luminaria infausta) que quiere declararle la guerra a España. Todo este asunto, tan infortunado como ridículo, lo terminó de arreglar nuestro canciller, don Alfonso Dastis, cuando se refirió a una posible incorporación de Escocia, una Escocia independiente, a la UE. Con lo cual, ya ha salido un viejo ministro de Margaret Tatcher pidiendo que el asunto catalán se lleve a la ONU, y es de suponer que en breve alguien mencione la Armada Invencible, el oscurantismo español y la rapiña sajona. También es posible que triunfe el sentido común; pero hay que advertir que el sentido común y el chauvinismo nunca han guardado una relación estrecha. De modo que no cabe esperar grandes avances en esta desgraciada cuestión del Brexit.

Uno, por ayudar, le recomendaría al señor Dastis, y por extensión al señor Howard, al honorable Puigdemont y al propio señor Junqueras, que leyeran La invención de la tradición, coordinada por Eric Hobsbawm. Ahí se explica, sin lugar a dudas, cómo las seculares tradiciones escocesas son una invención del XVIII, sustentada en el formidable engaño de Los cantos de Ossian, y que culmina, ya en el XIX, con la imaginativa obra de sir Walter Scott y su colorida distinción de clanes. Como sabemos, Ossian, el Homero gaélico, resultó ser el escritor James Macpherson; lo cual no obsta para que Chateaubriand se hiciese retratar con un ejemplar de Los cantos en la mano, y para que Goethe lo considerase uno de los grandes poetas de todos los tiempos. De esta tradición inventada ha surgido la Escocia actual. Y es de esta Escocia independentista de donde España podría extraer algunas enseñanzas de importancia. Una primera es que la mitología es una extaordinaria herramienta política. Una segunda, es que dicha herramienta es tan eficaz como impredecible, y cuyo efecto más inmediato es el olvido de la verdad en favor de cierta sentimentalidad grupal, que quizá arrastremos desde el Neolítico. Una tercera, asociada a las anteriores, es que es difícil razonar donde la razón no impera.

Con lo cual, todo este estrépito gibraltareño es, probablemente, la forma que el gobierno británico ha encontrado para ocultar su error -el inmenso e inocultable error- del Brexit. Cadalso, que murió en el asedio a Gibraltar, quizá hubiera incluido este episodio, entre mortuorio y bobo, en una de sus Noches lúgubres.

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