la esquina

José Aguilar

Griñán acota su ambición

HAY dos hipótesis. Una: la ambigüedad de Griñán, complementada con la acometividad de su entorno más próximo (Susana Díaz, Mario Jiménez), hizo pensar que el presidente de la Junta planeaba sustituir ya a Rubalcaba como secretario general del PSOE, promoviendo la defenestración de éste mediante un congreso extraordinario urgido por las derrotas en Galicia y el País Vasco y la pregonada de Cataluña.

Si la operación iba en serio, la ejecutiva federal se encargó de enfriarla porque nadie cuestionó allí el liderazgo de Rubalcaba. Más aún, se alzaron potentes voces que emplazaban al dirigentes socialista andaluz a aclarar sus intenciones. Como las de Patxi López y Bono, pero también las de Manuel Chaves, instando a su sucesor a mostrar lealtad al secretario general, y la de Rodríguez de la Borbolla, desde la retaguardia, argumentando que sería una traición a su compromiso con Andalucía y recordándole que era -Griñán- presidente federal del partido porque Rubalcaba lo quiso después de haber derrotado a su candidata predilecta, Carme Chacón.

En este contexto desfavorable a una nueva crisis, Griñán se habría visto obligado a recular: ya no se propone provocar la caída de Rubalcaba, sino imponerle un rumbo político más firme y diferenciado del Gobierno y tutelar su mandato al frente del PSOE hasta que las primarias den paso a un candidato a La Moncloa que no será el propio Rubalcaba. Amortizarlo, pues, a medio plazo, de modo que el candidato, o candidata, elegido por los militantes acabe siendo también el secretario general.

Segunda hipótesis: Griñán, haciendo valer su control de la organización territorial más poderosa del PSOE y su presidencia de la comunidad autónoma que más puede contrapesar la influencia de la catalana y la vasca, va directamente , pero sin prisas, a por la secretaría general. Para, desde ella, imponer su visión federalista de España y su concepción socialdemócrata inclinada a la izquierda, y asegurarse que la disputa con el PP en 2015 se haga con un cartel electoral plenamente identificable con estos postulados. Puesto que él no aspira a colocar su rostro en ese cartel (véase la entrevista de hoy en estas páginas), no habría problemas de bicefalia, sino respaldo, aval e impulso desde su liderazgo orgánico al candidato o candidata preseleccionados.

Yo sigo percibiendo fragilidad en estos planteamientos. Griñán sólo tiene una fuerza relativa (es un barón socialista poderoso porque los otros barones no tienen ningún poder), fue derrotado también en las urnas por el PP y es difícil la compatibilidad material y práctica entre la secretaría federal del PSOE y la presidencia de Andalucía. Debería pensar en alguien distinto para uno u otro cargo.

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