A alguien le podrá extrañar este título, pero intentaré explicarlo y aclararlo convenientemente, aunque es así: aún quedan grullas en territorio jerezano, aunque sean invernantes y estén apenas tres o cuatro meses entre nosotros.

Pasaba hace unos días por la majestuosa plaza de la Asunción cuando escuché un sonido impropio del lugar, pero que a mí me evocaba lances campestres entrañables. Un alegre trompeteo llenó los aires jerezanos; alcé la vista al cielo y en dirección norte-sur un grupo de treinta grullas aleteaban vigorosamente por encima de los edificios de nuestra ciudad. Posiblemente se dirigían a los terrenos de la antigua laguna de La Janda. Muchos desconocerán este dato, pero hasta la desecación de esta zona lacustre gaditana acaecida en 1956, las grullas criaban en la provincia. Al perderse este enclave lagunar se perdió el lugar de nidificación más sureño de Europa Occidental. Ahora el sitio más cercano que crían de España se sitúa al Norte de Alemania. Parece mentira, pero La Janda acogía nidos de una especie de ecología más bien norteña. Llegué a conocer guardas de las fincas que rodeaban la laguna que recordaban con nitidez las espectaculares paradas nupciales de machos y hembras al llegar la primavera a la comarca jandeña. Tienen los animales registrado en su más profundo código genético este dato, y todavía vuelven al lugar, posiblemente algunas descendientes de aquellas perdidas parejas gaditanas.

Pero hablábamos de grullas jerezanas. Pues efectivamente las hay, sólo en el periodo invernal. En los alrededores de Mesas de Asta y Trebujena, en los campos en los que ha habido sembrado algún tipo de grano aprovechan el "rebusco" y cogen fuerzas para volver a sus lugares de nidificación, allá por febrero. Se pueden aprovechar las excelentes ventas del lugar y con suerte oír el trompeteo espectacular de estas magníficas aves.

Los antiguos decían que para llegar a viejo había que comer carne de grulla. Afortunadamente ya no es así, y aquello de "todo lo que vuela, a la cazuela, pasó a mejor vida". Ahora sólo disfrutémoslas, que son muy bellas.

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