Horror y pedagogía

Lo peligroso de la pedagogía política es que lo que una vez se aprende, se aprehende, y ya no se desprende

No digo nunca con voz melosa que la solución a todos los problemas empieza en la educación, jamás. No porque no lo piense, sino porque también la complicación de todos los problemas empieza con la educación. Depende de lo que se enseñe y cómo. No ocurre sólo en la educación académica, sino en todas. La pedagogía es material inflamable que hay que manejar con gran prudencia y amor a la verdad. Lo que se aprende, se aprehende.

Centrándonos (es un decir) en la pedagogía política, para la tragedia vasca Jon Juaristi lo resumió magistralmente en un poema: "Te preguntas, viajero, porque por qué hemos muerto jóvenes,/ y por qué hemos matado tan estúpidamente?/ Nuestros padres mintieron: eso es todo".

Sin tanto horror, ha ocurrido muchas veces. ¿Recuerdan cuando el PSOE necesitaba pactar con el PP la investidura de Rajoy, y no podían? Por cálculo electoral, había enseñado a sus votantes que el PP era la encarnación del mal. Por mucho que todo le uniese al otro gran partido en su interés por hacer frente al nacionalismo y salvar el sistema, no pudieron pactar con claridad. Susana se dejó la piel en el intento.

Al nacionalismo catalán le ha pasado algo parecido. Tras decenios de adoctrinamiento en la hispanofobia, los dirigentes se han encontrado dirigidos por el fervor frentista. Quim Torra es un resultado bumerán. Desde la Generalitat sembraron un mensaje xenófobo, agarró, marcó la política y, al final, ha ocupado la presidencia de la Generalitat.

Por esto, la situación del chalé de Irene y Pablo tiene tan mal arreglo. Han echado un órdago a la grande en el mus del populismo, poniendo sus puestos (y, por tanto, sus sueldos y, por tanto, las cuotas de la hipoteca) en manos de la militancia. Quizá ésta, agradeciendo el protagonismo principesco que se le otorga, se muestre magnánima, pero la pedagogía previa esta inoculada y no la arreglará este movimiento desesperado. Para Podemos, tras tanto criminalizar de la clase media para arriba, la propiedad y la inversión, la vuelta atrás a su aureola de partido de los de abajo va a ser muy difícil. Conseguirán, lo más, una convalidación del chalé, pero a un precio desorbitado en prestigio y votantes. Mayor burbuja inmobiliaria, imposible.

Moraleja: cuidado con los principios que se enseñan, porque se graban a fuego. Y, al final, arden. (Este artículo se me ocurrió viendo la boda real revolucionaria y tan rompedora de Inglaterra).

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