Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Jerez es un caso

El 'Pleito del Jerez', hace ya cincuenta años, fue un ejemplo de unidad para hacer frente a las incertidumbres

Se celebran estos días los cincuenta años del llamado 'Sherry Case', el 'Pleito del Jerez' que supuso un antes y un después para los vinos de la denominación de origen y que llevó a los tribunales internacionales a empresas bodegueras de nuestra ciudad frente a productores imitadores de países del entorno de la Commonwealth británica. Aquella resolución del juez Cross fue un tanto salomónica pero puso las bases para posteriores batallas que, más adelante, acabarían con etiquetas fraudulentas como el 'british sherry', el 'cyprus sherry' o el 'canadian sherry', entre otros. La importancia de este caso judicial ha de valorarse desde el mismo momento en el que, sin él, probablemente muchas de las bodegas de hoy día no existirían. La foto de David Sandeman, José Ignacio Domecq González, Salvador Ruiz-Berdejo Siloniz, Ian Mackenzie, Manuel María González Gordon, Jaime Oliver Asín, Charles Williams y Mauricio González-Gordon Díez celebrando la sentencia, sonrientes, con una copa de jerez en la mano, se ha convertido en una especie de icono para la defensa de las denominaciones de origen. Y casualmente, cincuenta años después, las incertidumbres de aquel pleito se han sustituido por las que generan, también desde las Islas, los vientos del 'Brexit'.

Desde aquellos años pocas fotos así hemos vuelto a ver en esta ciudad. A pesar de los enormes atractivos que tiene Jerez -desde su posición estratégica al posicionamiento de un nombre que es una marca internacional que apenas necesita presentación- los parámetros económicos y sociales son para echarse a llorar. Cincuenta años después del 'Sherry Case', Jerez es un caso digno de estudio. ¿Cómo es posible que una población así, dotada de tanto territorio, tanta historia, tantas empresas pioneras en tantos ámbitos, tanta riqueza natural, etcétera, tenga el dudoso honor de ser una de las que acumula mayor tasa de desempleo, mayor deuda con los bancos y proveedores y mayor déficit? Es algo que podría formar parte de uno de esos enigmas que se tratan de descifrar en las 'escape room', tan de moda ahora, como la que existe en la plaza de la Compañía. Un lugar en el que sólo a través de claves históricas, matemáticas, juegos de lógica, enigmas y acertijos, se consigue salir de una habitación. Algo parecido le pasa a esta ciudad, que a pesar de toda su potencialidad no logra salir del bache en el que se encuentra desde hace tiempo y no sólo porque esté lastrada por una deuda descomunal. Ese es un falso consuelo para los diferentes equipos de gobierno municipales, que intentan revertir la situación, pero no hay manera. El cortoplacismo de la política actual y la exigencia de resultados inmediatos es un arma que juega en contra. Sin un proyecto de ciudad a largo plazo, sólo habrá parches y soluciones analgésicas locales y temporales. Y Jerez, como el vino al que da nombre, requiere de reposo, paciencia y buen hacer. Pero, sobre todo, de unidad. Política y empresarial. Como la que en su momento tuvieron aquellas bodegas para afrontar retos comunes y seguir adelante.

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