Que Jerez me duele es un secreto a voces que llevo por bandera desde el primer aliento de vida que tuve y que vine a recibir en esta tierra que cabalga por las entrañas de mis huellas hace ya más de tres décadas.

Me siento jerezano y se me cae la baba con nuestra historia, con nuestra forma de ser, con nuestras tradiciones,…

Pero permítanme que hoy me quite la venda de los ojos y me confiese ante ustedes para contarle que desde hace un tiempo a esta parte una herida que tengo en el alma cada vez se está abriendo con más fuerza.

Y es que mi tierra, la del vino y los caballos, la de la feria y la de las zambombas sin tilde, la del flamenco y el duende de sus barrios es una tierra triste, desolada y digna de lastima.

Y lo grito sin ningún miedo desde esta atalaya de palabras.

Se la están cargando por día que pasa, gracias a un gobierno municipal que al escucharlo y al ver cómo llevan a cabo sus políticas ha conseguido que me produzca vergüenza ajena y propia compartir el mismo aire; de verdad, no se puede llevar peor las riendas de un Ayuntamiento.

Calles comidas de mierda. Funcionariado desmotivado y apático. Paradas de bus urbano tercermundistas. Ambiente desolado y aterrador al caer la noche. Un 'Centro Histórico' que se nos cae a pedazos y que necesita algo más que una manifestación y unos pulmones nuevos…

Qué lástima que tengamos que vivir así tras nuestras fronteras los que nos sentimos orgullosos de llamarnos jerezanos con el patrimonio que tenemos, que disponemos y que es nuestro, le pese a quien le pese y ondee en la calle Consistorio la bandera y las siglas que ondeen.

Así que Jerez, por la parte que me toca, perdóname porque no sabemos lo que estamos haciendo contigo.

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