Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Jotas

Jerez y Jabugo unen fuerzas y prestigio apostando por la calidad como el único camino para triunfar en los mercados

No sé si existe la pareja perfecta. Pero, de existir, debe ser algo así como un plato de jamón con una copa de jerez. Hay productos, como las personas, que están hechos el uno para el otro y en este caso no pueden ser más nuestros. Yendo más allá de las disquisiciones filosóficas y de los halagos mutuos, los ayuntamientos de Jerez y de Jabugo han firmado un acuerdo para la promoción turística y gastronómica de estos dos destinos, con la participación, como no podía ser de otra forma, de los consejos reguladores de ambos productos, vinos de Jerez y jamones de Jabugo. Es un paso importante en la dirección de apostar la calidad como la única forma de salir adelante en un mercado global con consumidores cada vez más exigentes. Cada uno de los miembros de esta pareja aporta un plus de calidad al otro, en un maridaje que hace ya tiempo vieron algunas bodegas como Osborne, propietaria de grandes caldos y productos derivados del cerdo con sus famosísimas 5 Jotas, que vienen precisamente de la Sierra de Huelva. Jota de Jabugo y de jamón, que en el caso de Jerez tiene un exponente digno de elogio como es la familia Martín, propietaria de Montesierra, que desde hace cuatro generaciones elabora productos de una altísima calidad.

Eso, calidad. Volvamos a esta idea. Un destino turístico que ofrezca calidad recibirá calidad en forma de visitantes. Lo contrario, la vulgaridad, trae ruina. Jerez tiene que aspirar a lo máximo. No puede ser el refugio de lo cutre porque así nunca saldrá del pozo. Y tiene 'armas' o 'herramientas' como se dice ahora, para luchar por ello. No es casualidad que esta semana los vinos de Jerez, que están de moda y van a más, hayan triunfado en los prestigiosos Premios Bacchus 2017, con seis medallas de oro y nueve de plata, situando a seis de ellos entre los 18 mejores del mundo. Otra jota importante, la de Japón, un país llamado a ser la punta de lanza del jerez en Asia, cada vez valora más nuestros vinos, y no sólo para la cocina como hasta hace unos años, sino para el consumo en copa. Hagamos números con los potenciales clientes de un mercado inmenso. Tampoco ha sido casualidad que la Cámara de Comercio de Jerez, con las Bodegas Díez Mérito en la expedición, hayan estado esta semana 'vendiendo' la ciudad en Tokio.

Allá a donde van, los vinos de Jerez están triunfando y no hace falta irse muy lejos. En Madrid, un local como el Corral de la Morería, de Blanca del Rey y su hijo Juan Manuel, atesora 350 referencias de vinos de Jerez por copa (ni aquí se puede encontrar algo igual) y no es el único. Como en el Reino Unido, los 'sherry bars' están cada vez más de moda en la capital, un mercado que nunca se debería haber perdido porque es el que marca los pasos al resto del país a través de los prescriptores gastronómicos. Así que hay motivos para subir la autoestima y empezar a creer de verdad. Insisto, desde la calidad, desde el valor frente al volumen. Eso es lo que distingue a los destinos que triunfan. La jota de Jerez no es un baile, es un símbolo que muchos quisieran. Aprovechémoslo.

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