Libros

El libro es el único artefacto concebido por el hombre capaz de transformar profundamente al que lo lee

No todas las tradiciones populares y festivas han sido inventadas en Andalucía. Hoy, 23 de abril, en Cataluña se vive con entusiasmo una jornada en la que confraternizan libros y rosas. Este mutuo apoyo, entre estética floral y letra impresa, ha calado en la sensibilidad de los catalanes y han asumido la obligación de desfilar para sus casas cargados de olores, colores y con la expectativa que despierta siempre la compra de un libro. Esta costumbre se inició como una ocurrencia bien acogida, que beneficia al mundo editorial, lanza a la gente ávida a la calle y a esperar que los libros elegidos causen buen efecto en sus lectores.

No está de más recordar que el libro es el único artefacto concebido por el hombre capaz de transformar profundamente al que lo lee. No siempre cumple este efecto, claro está, pero la historia literaria da cuenta de numerosos casos. Por ejemplo, Don Quijote. Aburrido y melancólico en su aldea de La Mancha, se pone a leer y se convence de que, más allá del estrecho horizonte de su casa, otra vida es posible y se lanza a experimentarla. Siglos más tarde, Madame Bovary, también aburrida y sin alicientes en un pueblecito de Normandía, lee para distraerse unas polvorientas novelas románticas, se emociona y decide vivir las mismas aventuras de sus heroínas. Entre uno y otra, el libro ha sido un espléndido elemento movilizador. No hay mejor forma de distanciarse de sus propios conflictos e imaginarse que se puede vivir como si ya uno fuese otro. Con razón, el libro ha tenido tantos enemigos y han quemado tantos por peligrosos.

Incluso hay quienes confían en que los libros, por sí mismos, suponen una valiosa arma capaz de destruir al peor enemigo. Cuando menos así lo piensa el multimillonario californiano Tom Steyer que ha emprendido una feroz y tenaz campaña contra el presidente 45 (así llama a Trump), y uno de los medios empleado es regalar el célebre y corrosivo libro de Michael Wolff, El fuego y el furor. Frente a los mensajes concentrados en cuatro efímeras palabritas lanzadas por el presidente, a través del mundo digital, su rico contrincante lleva empleados ya 20 millones de dólares en distribuir gratuitamente unos libros en cuyo poder y capacidad de convicción cree plenamente. Se ha entablado, pues, un simbólico desafío y sorprende gratamente que en los EEUU, entre tanta sumisión a las etéreas redes sociales, alguien apueste por la influencia y convicción que todavía pueda aportar un libro. Sólo le falta acompañar el envío con una rosa.

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