Habladurías

Fernando Taboada

Locos por informar

PARA llamar la atención, la prensa suele emplear métodos de lo más variado. En algunos de ellos no hace falta ni salir en pelotas. Ya Mariano de Cavia, pionero en esto del sensacionalismo, supo impresionar a los lectores de la época publicando noticias directamente falsas, como aquella vez que sacó a medio Madrid de sus casas después de contar en un periódico que el museo del Prado había salido ardiendo sin que se pudiera salvar ni un triste cuadro de Velázquez.

Otra manera bastante socorrida de llamar la atención en los medios pasa por aventurar hipótesis -si es posible, de carácter afectivo- que impliquen a gente más o menos conocida. Si, por ejemplo, el hijo de la señora marquesa es sorprendido hablando con la maestra que da clases particulares a su hijo, pronto se podrá ver publicado a todo color el presunto idilio entre ambos, la más que posible boda de la feliz pareja, o la ligera hinchazón que ya se le nota a la chica a causa del embarazo. Y a lo mejor de lo único que han hablado en su vida es de lo gamberro que es el niño en clase o de lo mal que se le dan a la criatura las matemáticas.

Y ahora que nuestro paisano Morenatti, por estar en primera línea de fuego, ha escapado milagrosamente con vida de un atentado en Afganistán, me he acordado de aquel periodista del New York Times que también firmaba fabulosos reportajes de guerra, pero con una ligera diferencia: los elaboraba desde su casa, sin que sus jefes se enteraran, y recurriendo a las fullerías del fotomontaje.

Ahora, el que se lleva la palma en esta competición por generar noticias impactantes con truco es el presentador de la televisión brasileña que acaban de detener. Su afán por denunciar las miserias del crimen organizado le llevó a contratar sicarios para que cometieran los mismos asesinatos que luego él sacaba en pantalla. Hasta cinco homicidios se le imputan al angelito. Ni que decir tiene que sus cámaras eran siempre las primeras en llegar. Y es que, para retransmitir en exclusiva un tiroteo, no hay nada como organizarlo bien antes.

¿Y nos quejamos aquí de la televisión? Aunque -después de saber que hay presentadores por ahí que preparan asesinatos para tener éxito de audiencia- acabe uno sospechando que la corresponsal desplazada a un incendio forestal pudo antes haberse dado un garbeo por el monte con un mechero y un bidón de gasolina, debemos reconocer que los servicios informativos en España son un ejemplo de ética profesional. Con todo lo que criticamos la manipulación de las noticias en ciertos canales, aún nos queda un trecho para llegar al extremo de estas cadenas de televisión brasileñas. Yo por lo menos no me imagino a Iñaki Gabilondo encargando a una pandilla de macarras que majen a palos a un inmigrante para abrir el telediario de las nueve. Ni al director de Onda Jerez pidiendo a unos mercenarios que secuestren el autobús de Las Torres con tal de subir la audiencia. Y eso que en verano anda la cosa flojilla de noticias.

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