Fran Pereira / Fpereira@ Diariodejerez.com

El Magnate

NO soy amante de la prosa ni amigo de las columnas de opinión, pero en ocasiones uno sólo es capaz de expresar lo que siente mediante la escritura, de ahí que mi particular homenaje a alguien al que admiraba, únicamente lo podía hacer de esta manera.

Y es que Rafael, para quien dedico estas líneas, era alguien distinto a todos, uno de esos que nacen con un don especial, con algo que sólo poseen los grandes genios. Capaz de tratar igual al pobre que al rico, al humilde que al soberbio, tenía tal facilidad para ganarse la confianza de cualquiera que al final todos acababan por admirarlo.

Quizás fuese su sinceridad o su claridad para expresar lo que sentía o más bien su forma de decir sus cosas a la cara, un hecho que en algunas personas puede volverse en contra, pero en él era imposible, sabía manejar la situación con maestría. Y es que 'El Magnate', como algunos le denominaban, era sabio en cada una de sus sentencias y todo su conocimiento intelectual había sido aprobado con solvencia en la universidad más complicada de todas, la de la calle.

Un simple gesto, una mirada de reojo (de esas de arriba a abajo) y siempre con las gafas al filo de la nariz, le servían para analizar, cual resonancia magnética, a quien tenía enfrente.

Pero si algo tenía Rafael que no tenía nadie era su manera de concebir el mundo. Su filosofía de vida era diferente a todas y disfrutaba como un niño cuando se veía rodeado de los suyos, ya fuere familia, amigos o conocidos, pues las puertas de su casa siempre estaban abiertas para el que quisiera compartir con él cualquier momento. Sea como fuere era diferente, y su ironía, su sarcasmo y su humor negro sacaban la carcajada más profunda a cualquiera que estuviese a su lado. Ahora, me lo imagino sentado en el balancín de no sé dónde, sin camisa, con un cigarro en la boca y por supuesto con su sonrisa socarrona.

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