Crónica personal

Pilar Cernuda

Malas noticias

LA euforia y el aire festivo que acompañan siempre al primer día de legislatura, con las elecciones de los presidentes del Congreso y Senado, las Mesas, la ilusión de los recién llegados a la vida parlamentaria y el reencuentro con los veteranos, se ven empañados por las cifras económicas que se empecinan en poner a Zapatero y Solbes contra las cuerdas.

Cifras negras, preocupantes, que convierten la incertidumbre en angustia, que obligan a los ciudadanos a rehacer sus cuentas y no les salen, lo que significa que el peligro les acecha. Cifras que demuestran que Zapatero y Solbes han engañado a los ciudadanos cuando les aseguraban que todo iba bien, o que dan a entender -es aún peor- que no se habían enterado de lo que era un secreto a voces: entrábamos en una pendiente a la que aún no se ve el final. Una pendiente, una crisis, que los expertos indican que puede prolongarse durante los próximos cuatro o cinco años.

El Banco de España, los analistas de los bancos privados, los foros económicos internacionales, las instituciones monetarias y hasta los cronistas de la vida económica y financiera auguraban lo que hoy ya es un hecho: el crecimiento es muy inferior al esperado, no hay manera de frenar el alza de los precios de los productos más cotidianos, y el sector de la construcción sufre una debacle que puede provocar una pérdida de empleo que se calcula en centenares de miles de parados.

El presidente Zapatero llamaba "antipatriotas" a quienes daban la voz de alarma. Hoy, que el presidente llame antipatriotas a los que alertaban es lo que provoca mayor inquietud. Hasta ahora todo lo reducía a echar la culpa al alza del precio del petróleo y a insistir en que no había nada que temer porque disponía de excepcionales fondos públicos con los que callar las voces angustiadas. Hoy, en cambio, que el presidente y su vicepresidente económico, al que ha confirmado, sigan recordando el superávit para dar a entender que no hay nada que temer, provoca la reacción inmediata de echarse las manos a la cabeza.

No vale decir que seguimos teniendo las mejores cifras de la UE. Siendo cierto, hay que añadir que mientras las nuestras empiezan a verse negras, la mayoría de los países europeos han logrado una cierta contención del alza de precios y han detenido su caída; en algunos casos incluso empiezan a moverse en la línea del leve crecimiento. Nosotros, aun creciendo, no cumplimos las expectativas fijadas, y además seguimos cuesta abajo, lo que significa que de no tomar medidas expeditivas podemos incluso entrar en recesión.

Nos esperan meses muy difíciles, que pueden convertirse en años. La crisis nos ha cogido de lleno, aunque Zapatero se pone enfermo cuando escucha esa palabra, crisis. Y ese es el problema: en anteriores ocasiones, los gobernantes eran los primeros en advertir las dificultades y adoptaban decisiones expeditivas para apaciguar el problema, mientras que ahora tenemos a un Zapatero que continúa empeñado en hacernos creer que vivimos en el país de las maravillas.

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