A rienda suelta

David Fernandez / Dfernandez@diariodejerez.com

Melchor me despertó

MELCHOR me despertó y me dijo que me afeitara, que hiciera mi cuarto y fuese a por el pan, porque mis hermanos tenían hambre. Que limpiara el coche y buscara curro. Que estudiara y no volviera tan tarde. ¡Y pélate!, me soltó. Gaspar me pidió que fuese a ver a mi tía, que estaba enferma, y que no olvidara limpiar el baño. Que ahorrara y no hiciera el pamplina, que me callara y me comiera todo. Baltasar me rogó que no le hiciera sufrir tanto, que sentara la cabeza y que no probara las drogas. Que ayudara en casa, que no le contestara, que... Cuando fui a protestar, Melchor me dijo que no olvidara darle de comer a los camellos, lo que me rebeló hasta tal punto que les dije que no creía en ellos, que los reyes eran los padres y que se fuesen a freír espárragos. La discusión empezó a subir de tono y Melchor me tiró una piedra de carbón que pasó rozándome la cabeza. Entonces..., entonces me despertó mi madre y me dijo que me afeitara.

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