¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Mujeres en huelga

Muchas fueron ayer las que se manifestaron; también fueron muchas las que no. ¿Quién representa a las mujeres?

El movimiento de emancipación de la mujer, tal como han apuntado pensadoras como Amelia Valcárcel, es una consecuencia lógica de la Ilustración, como lo fueron también el final de la monarquía absoluta o la abolición de la esclavitud. Resaltamos esta genealogía para ponerla en contraste con el irracionalismo y el radicalismo que, a veces, parece haber prendido en el sector del movimiento feminista que ha conseguido liderar las movilizaciones del 8-M y, sobre todo, redactar su manifiesto oficial, un texto de impostado estilo revolucionario que, como le ocurría a la idea del infierno según Borges, es inverosímil por lo exagerado. El tono de crispación y amenaza de algunas de las proclamas de esta movilización, algunas escritas con una intrincada jerga de difícil comprensión, parecen emular a ese machismo sin desodorante que aseguran combatir.

A nadie con una mínima de capacidad de observación se le escapa que el movimiento de emancipación de la mujer ha entrado en una etapa de aceleración histórica y que movilizaciones como la de ayer, siguiendo la metáfora braudeliana, no son más que la espuma visible de corrientes muy profundas y transformadoras que ya están en marcha. Hoy, la igualdad plena entre el hombre y la mujer es un objetivo irrenunciable a medio plazo para los antiguamente llamados "países civilizados". Sin embargo, no deja de ser llamativo que una parte no desdeñable de las féminas de todo origen y condición hayan manifestado abiertamente su disconformidad con esta huelga. Si la causa era tan justa y si a su favor soplaba el viento de la historia, ¿qué ha ocurrido entonces? Quizás sea que un buen número de mujeres no han roto con el corsé de madre y esposa perfecta para colocarse el de amazona dinamitera y radical que algunos quieren ahora endilgarle. Muchas fueron las que ayer se manifestaron o pararon un par de horas, pero también fueron muchas las que no lo hicieron. Ninguno de los dos grupos puede arrogarse la representación en exclusiva de las mujeres.

El movimiento femenino es imparable, lo que no significa que no necesite de hitos e impulsos que lo ayuden a consumarse. El de ayer fue uno, pero manifiestamente mejorable. Criminalizando la masculinidad y al capitalismo, o confundiendo churras con merinas con evidentes y espurios intereses políticos, no se logra más que añadir confusión y restar apoyos a lo que muy poca gente duda de que es una causa justa.

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