A rienda suelta

Carlos Piedras

Navidades entre palmeras

VAMOS a dejarnos de tonterías: en Jerez hace un frío que pela. Sí, claro, dura poco tiempo, en realidad es más una sensación que cosas del termómetro... Como se quiera, pero cuando el frío se te mete en el cuerpo en Jerez hay que ponerse a rezar... pero para que llegue marzo. En Jerez, el frío, simplemente, no tiene sentido. ¿Alguien ha entrado en un bar a calentarse? Entre la puerta, que está siempre de par en par, y la inevitable ventanilla abierta de lo que haya al fondo a la derecha -da igual que sea la cocina, el almacén o el baño- el ansiado refugio se convierte en una turbina en la que lo complicado es no salir con una pulmonía, eso sí, con las manos achicharradas si se ha pedido un café. Decía un novelista cubano, Abilio Estévez, refiriéndose a los escasos días que hace frío en La Habana, que en los países del norte, el frío se ve, pero no se siente y que, por contra, en el sur, el frío no se ve, se siente. Pues sí. Es lo que tienen las palmeras, que a ver cómo se pasa del braserito a la calefacción. Y no por ganas.

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