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La resaca del xerez

Bernardo Palomo

Noche de mayor claridad

BUEN resultado en una noche que se fue haciendo gélida conforme avanzaba un partido con muchos matices, incluso desde antes que el balón comenzara a rodar. Se esperaba a un Barcelona chico, que decían -y fue verdad- jugaba de forma muy parecida a lo que dicta el sabio de don Pep. Juventud a raudales en un equipo lleno de gente con vocación de figuras. En el luminoso de la peca -si se fijan ustedes todas las imágenes que aparecen en el marcador de Chapín muestran en la cara de los jugadores un gran lunar producto de la mala conservación electrónica- se reflejaba el escudo del Barça junto al de un Xerez que sigue haciendo soñar con un enfrentamiento contra los titulares grandes del que hoy es el mejor equipo del mundo. Eran vísperas para ilusionarse y para olvidar las patéticas actuaciones vividas en un Chapín que ansía fútbol de verdad. La primera desilusión nos la llevamos cuando vimos aparecer a los chavales de la Masía sin su habitual indumentaria -colores históricos que son, en estos momentos, referencia futbolística mundial- y enfundados en un feísimo y desvaído verde hospitalario. A los diseñadores de las camisetas futbolísticas les hace falta lecciones de estética y argumentos de sensibilidad cromática.

Luis Enrique, aquel vehemente asturiano que fue del Madrid para acabar siendo culé para siempre y al que Tassotti le rompió impunemente la nariz para ser imagen de la sempiterna desolación de una selección española que, entonces, nunca llegaba a nada, marcaba a sus pupilos un sabio sistema futbolístico para jugar y dejar jugar.

El Xerez supo entrar en el bello juego de los chavalitos de verde quirófano y ofreció uno de los mejores momentos que le hemos visto esta temporada. Seguridad atrás, con un Chema determinante, equilibrio entre líneas, un Capi perfecto canalizador del juego y acertado distribuidor del fútbol xerecista para que José Mari llegara con solvencia a unas pelotas que había que saber captar para darle sentido adecuado. En esa buena disposición se llegó a conseguir el gol de un Xerez que, esta vez sí, ofrecía una imagen de calidad y de fútbol trascendente como pocas veces ha ofertado en el césped de Chapín. Partido intenso, para paladares de buenos aficionados que podían captar las magníficas maneras de unos chavales llamados a ser figuras, así como el buen planteamiento futbolístico de un Xerez que quiso, pudo y supo. Partido que hasta hizo olvidar, en la primera parte, los errores arbitrales.

Tras los bocadillos del descanso y la bufonada publicitaria, la cosa pareció cambiar por culpa de un niño sanluqueño que empezó en la Algaida y que convirtió a Chema en héroe de la noche. Menos mal que el marcador de la peca ya no se movió. Hubiera sido demasiado triste en una noche en la que vislumbramos una mayor claridad.

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