HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano

Obama y Dios

LA jura del nuevo presidente del país más poderoso y próspero del mundo parecía una ceremonia monárquica. Las repúblicas estables y serias tienen un sentido de la jerarquía y de la puesta en escena de sus ceremoniales que se asemejan a la idea de una sociedad piramidal en cuya cúspide está Dios. Sobre una Biblia juró Obama e invocó a Dios varias veces para pedir su ayuda en el trabajo arduo que le queda por delante. El pueblo de los Estados Unidos es religioso en su mayoría y su primer mandatario no puede olvidar esa circunstancia. En Europa, para algunos comentaristas que transmitían el ritual, no gusta mucho eso de la Biblia y las invocaciones a Dios. En España no digamos, enzarzada en guerras de crucifijos, de adoctrinamiento escolar, de laicismo a la fuerza y de enfrentamiento innecesario con la Iglesia Católica, mientras se les consiente a otras confesiones lo que no se debería por peligroso.

Europa es vieja y España es viejísima, tanto que está harta de ella misma y ha iniciado un proceso de autodestrucción que no sabemos en qué parará. La animadversión que en España se siente por Estados Unidos entre la progresía inerte tiene que ver con el chocheo y el envejecimiento de España, a causa de que el progresismo no ha sabido adaptarse a los tiempos y se ha anclado en el pasado como una antigualla nostálgica. Estados Unidos es una nación joven, unida por encima de las diferencias, unidad no sólo como nación, sino ante cualquier ataque externo o atentado o cuando se tocan los valores heredados de sus antepasados. La libertad es para todos, para los instintos más bajos y para los estudios más prestigiosos, para tener las mejores universidades y el mayor número de premios Nobel. Cuando España se autodestruya, siempre nos quedará el ejemplo de Estados Unidos como nación moderna y liberal.

Conviene confiar en que no toda Europa se esté pudriendo. Quizá Francia haga algo contra la destrucción, no sabemos qué. Es posible que surja una nueva generación del 98 regeneracionista que llame la atención para contener la ruina. Tal vez una nueva generación de jóvenes sustituya a la vieja progresía achacosa. La indiferencia que se percibe en la calle ante tanta pérdida no parece existir en Estados Unidos, donde la gente se preocupa por los problemas de su país, confía en su Gobierno, en su Constitución y en sus leyes y se esfuerza por superarse y vivir mejor. Europa parece cansada por tanto esfuerzo del pasado y parece pensar que ahora le toca a otro. Si Obama dice: "Es hora de hacer avanzar los ideales imperecederos: la promesa de Dios de que todos somos iguales, somos libres y merecemos una oportunidad en la búsqueda de la felicidad plena", está dando a sus conciudadanos una ilusión y una esperanza que en Europa hemos perdido.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios