La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

El PP mete mano en la Justicia

El ministro Catalá y los jefes de la Fiscalía han abonado las sospechas de interferencia del Gobierno en la acción judicial

Es bastante probable que el Congreso de los Diputados apruebe el martes la reprobación del ministro de Justicia, el fiscal general del Estado y el fiscal anticorrupción, por las maniobras que han protagonizado para obstaculizar la instrucción de causas judiciales sobre la presunta corrupción de ex altos cargos del PP. Rajoy será muy capaz de seguir confiando en ellos pese a esta triple reprobación, como lo fue Zapatero cuando el Senado reprobó a Magdalena Iglesias.

Pero no dejará de ser un palo a la credibilidad del Gobierno y un factor más de desgaste en el que Rajoy no puede esperar ni ayuda ni comprensión de los partidos que le dejan gobernar apoyando sus presupuestos (Ciudadanos y PNV). Palo y desgaste sobre un asunto políticamente trascendental: la independencia de la Justicia y la separación de poderes. Ahí es nada.

La sospecha ha caído justificadamente sobre los gobernantes. Si el ministro de Justicia, Rafael Catalá -ese señor tan suave y educado como extremadamente conservador-, escribe un mensaje al corrupto Ignacio González que termina deseándole "¡Ojalá se cierren pronto los líos!", tenemos derecho a sospechar que no se trata de una frase de cortesía referida a los problemas políticos en general, como ha dicho a posteriori Catalá. Los líos de la investidura y de los partidos se arreglan, pasan, se superan o se acaban. Pero no se cierran. Lo que se cierra son más bien los sumarios, las causas judiciales o las investigaciones. ¿Fue casual la pésima elección del verbo?

Ya le había ocurrido algo parecido, a Catalá, con el presidente de Murcia apartado por su imputación. A lo que se añaden las tensiones inacabadas entre fiscales que indagan éste y otros casos de corrupción donde el PP está implicado y el fiscal general del Estado y el fiscal Anticorrupción, Maza y Moix respectivamente. Moix fue recibido con alegría por González, el ex presidente de Madrid, según su conversación, grabada, con Eduardo Zaplana, aquel líder valenciano que confesaba haber llegado a la política para forrarse. El manto de la sospecha está tan fundamentado que ni siquiera deja a salvo a José Antonio Nieto, secretario de Estado de Seguridad, que recibió inoportunamente en su despacho al hermano también imputado de González. Seguramente es inocente, pero no se librará fácilmente de la desconfianza colectiva.

El PP tiene mucha dificultad para convencernos de que no ha metido sus manos, sucias, entre las togas y los birretes.

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